Día 103: Ámense los unos a los otros
INTRODUCCIÓN
Jesús repite una y otra vez “Yo soy la luz del mundo”. El se identifica con Yahvé, el “Yo soy”. Él es la luz y nos relataba este incidente con el hombre ciego de nacimiento a quien Jesús le abre los ojos. Tal vez nosotros debemos pedir al Señor que abra nuestros ojos, pero para esto tal vez tenemos que admitir que estamos ciegos, tal vez no físicamente, pero espiritualmente. Tal vez necesitamos admitir que necesitamos esa luz que nos muestre el mundo tal como es, que nos muestre que Dios también es amor y misericordioso.
Ojalá hiciéramos más obras buenas y que le creyéramos más a Jesús, que viviéramos en una actitud más de ser luz también nosotros para los demás y mostrarles el camino. Digámosle a Jesús que estamos listos, que queremos que él siga iluminando nuestras vidas.
Durante la Última Cena, Jesús le lava los pies a sus discípulos, habla de que lo van a traicionar, de que lo van a negar, y a la misma vez, consuela a sus discípulos diciéndoles que Él va hasta el Padre. Le pide también a los discípulos no preocuparse. Él tiene que morir, pero no nos va a dejar solos, pues Él nos enviará al Paráclito, el Espíritu Santo”.
Jesús va camino a Getsemaní donde va a tener momentos difíciles, Le pide al Padre que aleje de Él este cáliz, pero que se haga Su voluntad.
Pidámosle al Señor que también en medio de los días difíciles Él esté con nosotros, que aunque nos traicionen, nosotros podamos ser como Él, capaces de lavarles los pies incluso a aquellos que nos van a traicionar, a aquellos que nos van a abandonar. Que estemos siempre listos para reconciliarnos.
Estaremos leyendo Juan, capítulos 13 al 15; Proverbios, capítulo 6, del 6 al 11. Este es el día 103.
ORACIÓN INICIAL DE Fr. SERGIO
"Padre de amor y misericordia, tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos seguir gozando de esta palabra de Dios que se regala hoy para nuestras vidas."
PUNTOS CLAVES
Jesús nos ha dicho repetidamente: “Yo he existido siempre y estoy aquí hoy para estar con ustedes:” Pero nos han sumergido en el ministerio público de Jesús y nos dicen que Él es la luz. Hoy lo encontramos en el aposento alto y lo principal de esta experiencia es que Él se va a mostrar tal y como es, amoroso. Porque Él ama a los suyos. Es un día de un amor misericordioso donde nosotros vamos a recibir vida, porque Él va a morir por nosotros.
¿Qué significa para nosotros que Jesús muera por nosotros?¿Qué significa para nosotros y qué impacto tiene que Él se entregue para que nosotros tengamos vida?
Jesús lava los pies a sus discípulos y nos recuerda que nosotros debemos ser gente de servicio, que hay un mundo que es pecaminoso, que es un mundo que va contra lo contrario de Dios, que está contaminado. Pero que nosotros tenemos que ser fuentes de santidad porque Él es el Santo, el inocente y sin mancha y, sin embargo, limpia los pies de aquellos que necesitaban sentarse a su mesa.
¿A cuántas personas hemos alejado de la mesa del Señor en vez de acercarlos? Tal vez deberíamos lavarles los pies a estas personas e invitarlos a que se sientan con dignidad, para que se puedan bañar también con la sangre del Cordero, pues esa es la sangre que nos limpia de todo pecado, del pasado, tal vez del pecado del presente.
Jesús se va a sacrificar por nosotros porque nos ha amado y nos va a amar hasta el fin. ¿Creemos en ese sacrificio?¿Estamos seguros de lo que estamos profesando con nuestros labios?
Tenemos un Salvador maravilloso, que nos va a seguir amando como nos ha amado desde el principio. Porque desde el principio él estaba con Dios y Él era Dios. Vamos a abrir nuestro corazón también para no permitir que el acusador, Satanás, venga a señalarnos. Dejemos que sea Cristo el que venga a sanar, a hacer esa Pascua, ayudarnos a dar el paso, a ir al otro lado donde gozaremos de ese Pan de Vida, de esa vida única y exclusiva que nos va a dar el a través de su muerte y de su resurrección.
Digamos hoy: “Señor, protégenos, ayúdanos a ser como esas ovejas que a veces se han extraviado pero que pueden encontrar el sentido del camino y la orientación porque Tú estás con ellas. Señor, tal vez nuestros pies se traban y se ensucian, pero Tú nos has lavado hoy para quitarnos las impurezas y enseñarnos a dar pasos que sean hacia ti. Hoy, Señor, permítenos llenarnos de Ti y, una vez más, que ese mandamiento que nos has dado de amarnos los unos a los otros como Tú nos has amado, sea la forma como el mundo nos conozca. Que el mundo sepa que Tu muerte no fue en vano porque con tu muerte nos haces fuerte a todos para amar y para amar hasta el cansancio, incluso a nuestros enemigos.
ORACIÓN FINAL DE Fr. SERGIO
"Así que, Señor hoy nos has dicho, 'todo lo que pidan en mi nombre se los daré', te queremos pedir hoy por tantas personas que están lejos de Ti. Que cada día nuestras palabras acerquen a más personas a Tu cruz para que ellos también se salven, para que ellos se hagan beneficiarios de Tu promesa de vida. Señor, hoy te encomendamos a todas nuestras familias, a todo el mundo".
Y oremos los unos por los otros. Y es por eso que siempre termino diciéndoles que por favor no se olviden de orar por mí, para que pueda ser fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe esto que leo y que comparto con cada uno de ustedes, para que pueda enseñar la verdad y para que pueda también cumplir yo lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre cada uno de ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!"
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Jn 13, 34-35
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Y también: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).
2055 Cuando le hacen la pregunta: “¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?” (Mt 22, 36), Jesús responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 37-40; cf Dt 6, 5; Lv 19, 18 ). El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley:
«En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13, 9-10).
2074 Jesús dice: “Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí como yo en él, ése da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). El fruto evocado en estas palabras es la santidad de una vida hecha fecunda por la unión con Cristo. Cuando creemos en Jesucristo, participamos en sus misterios y guardamos sus mandamientos, el Salvador mismo ama en nosotros a su Padre y a sus hermanos, nuestro Padre y nuestros hermanos. Su persona viene a ser, por obra del Espíritu, la norma viva e interior de nuestro obrar. “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).
(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)