Día 88: Muerte de Josué

INTRODUCCIÓN

Seguimos con el Quinto Período Bíblico, que está compuesto del libro de Josué y Jueces, y también los Salmos. Hoy llegamos al final del libro de Josué. Esta es la época en que los israelitas, ya toman posesión y nos damos cuenta que cada uno tiene un sentido de fiesta porque por fin se ha dado lo que tanto esperaban. Y la tribu de Leví, la tribu Sacerdotal, pues ya vimos que, no tiene ninguna tierra, pues Dios es su herencia lo he repetido muchas veces, pero me llama la atención todo esto que está pasando.

Hoy estaremos en los dos últimos capítulos de este libro, y terminamos con la gran noticia de que Yahvé es un Dios fiel, que ha arrojado delante de ellos a todos sus enemigos y de esta manera ellos han podido tomar posesión de la tierra que se lo prometió desde el principio a sus padres. Josué, ahora va a reunir a todas las tribus en Siquén, para que éstas renueven en la alianza.

Y lo último que le va a ser a Israel es lo más evidente, que se mantengan lejos de la idolatría, pues deben tenerle el respeto, amor y lealtad a Yahvé, deben servirle a Él con fidelidad, que ellos deben apartarse de los dioses a los que les han servido sus padres y esto que, se dé ya mismo; y que si no les parece servir bien a Yahvé pues que ellos deben elegir a quien le van a servir, si a otros dioses, como le servían sus padres al otro lado del río, como los servían los amorreos y ya pues ellos van a sufrir las consecuencias de no serles fiel a ese Dios.

Pero este pueblo dice, “No, juramos solemnemente ser fieles a Yahvé”. Y es una promesa que no es nueva, es una promesa que Israel ha venido haciendo por muchas veces a Yahvé, que le van a servir y aunque su corazón se aleja, están renovando constantemente esa promesa. Así que hoy vamos a ver cómo las tribus tienen ese juramento de lealtad al Señor, cómo hay un altar para estos testigos en el Jordán.

Ya Josué hace una exhortación final, se empieza a despedir, se renueva el pacto en Siquén y llega la muerte y el funeral de Josué y de Eleazar. Un momento que estaba lleno de alegría pero que hoy tiene un poquito de tristeza porque los que han sido los líderes, se van, pero el pueblo continúa luchando y siguiendo adelante, pero para seguir adelante deben mantener un servicio leal a Dios. Así que vamos a continuar con el día de hoy. Leeremos Josué, capítulos 22 al 24, Salmo 132. Este es el día 88. Empecemos.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia tu bendición. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón hoy para que, hagamos de esta palabra, una palabra viva para nuestros días.


PUNTOS CLAVES

  • Llegamos al final de este hermoso libro, nos damos cuenta como era un desafío para todos mantenerse fieles a Yahvé, quien los había traído a este lugar. Hay muchos argumentos de aquí en adelante para serle fiel a Dios, pero también es muy fácil olvidar.

  • Israel hoy se compromete a servir al Señor, sin embargo, Josué les tuvo que advertir que Dios es celoso que no va a tolerar que ellos se entreguen a otros dioses, o que se entreguen a medias, pues Dios quiere que ellos se entreguen del todo, por el todo. Y el pueblo dice, “Si aceptamos estas condiciones y aceptamos este nuevo pacto”. Y hay una gran piedra que sirve como testigo de esta decisión que han tomado en servir al Señor.

  • Tal vez nosotros deberíamos preguntarnos también, ¿hemos decidido servir al Señor? ¿Estamos entregándole a Él el 100%? ¿Estamos entregándole a Dios nuestra vida sin reservas?

  • Recordemos que hoy Josué, está despidiéndose del pueblo, digámosle a Josué que también nos dé la bendición a nosotros, que nos ayude a prometer fidelidad a ese Dios, a ese Dios que se ha demostrado tan grande y generoso con nuestras vidas cada día.

ORACIÓN FINAL

Por eso siempre les pido a ustedes que por favor oren por mí y tal vez hoy también oren por todos ustedes para que, ustedes también sean fieles a cada uno de los ministerios que Dios les ha confiado, para que ustedes y yo podamos vivir con fe, todo lo que leemos, así como lo ha hecho este pueblo, como lo hizo Josué. Para que nosotros como Josué también podamos enseñar la verdad, lo que Yahvé nos ha enseñado. Y así de esta manera que llegamos al final de este hermoso libro, que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!


PARA MEDITAR

  • Siguiendo la invitación de Fray Sergio hoy, tómate el tiempo de reflexionar y ser sincero contigo mismo. ¿Has decidido servir al Señor? ¿Estás entregándole a Él el 100%? ¿Estás entregándole a Dios tu vida sin reservas? ¿Qué te detiene?

  • Pídele al Señor que te revele lo que él quiere de ti en este momento y cómo puedes vivir más plenamente tu vocación.


COMENTARIOS ADICIONALES

Extracto de la Exhortación Apostólica Postsinodal "Christus Vivit" del Santo Padre Francisco, a los Jóvenes y al Pueblo de Dios.

Capítulo octavo – La Vocación

248. Es verdad que la palabra “vocación” puede entenderse en un sentido amplio, como llamado de Dios. Incluye el llamado a la vida, el llamado a la amistad con Él, el llamado a la santidad, etc. Esto es valioso, porque sitúa toda nuestra vida de cara al Dios que nos ama, y nos permite entender que nada es fruto de un caos sin sentido, sino que todo puede integrarse en un camino de respuesta al Señor, que tiene un precioso plan para nosotros.

249. En la Exhortación Gaudete et exsultate quise detenerme en la vocación de todos a crecer para la gloria de Dios, y me propuse «hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades». El Concilio Vaticano II nos ayudó a renovar la consciencia de este llamado dirigido a cada uno: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».


Su llamado a la amistad con Él

250. Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad. Ese es el discernimiento fundamental. En el diálogo del Señor resucitado con su amigo Simón Pedro la gran pregunta era: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21,16). Es decir: ¿Me quieres como amigo? La misión que recibe Pedro de cuidar a sus ovejas y corderos estará siempre en conexión con este amor gratuito, con este amor de amistad.

251. Y si fuera necesario un ejemplo contrario, recordemos el encuentro-desencuentro del Señor con el joven rico, que nos dice claramente que lo que este joven no percibió fue la mirada amorosa del Señor (cf. Mc 10,21). Se fue entristecido, después de haber seguido un buen impulso, porque no pudo sacar la vista de las muchas cosas que poseía (cf. Mt 19,22). Él se perdió la oportunidad de lo que seguramente podría haber sido una gran amistad. Y nosotros nos quedamos sin saber lo que podría haber sido para nosotros, lo que podría haber hecho para la humanidad, ese joven único al que Jesús miró con amor y le tendió la mano.

252. Porque «la vida que Jesús nos regala es una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno. Esa vida no es una salvación colgada “en la nube” esperando ser descargada, ni una “aplicación” nueva a descubrir o un ejercicio mental fruto de técnicas de autosuperación. Tampoco la vida que Dios nos ofrece es un “tutorial” con el que aprender la última novedad. La salvación que Dios nos regala es una invitación a formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos. Allí viene el Señor a plantar y a plantarse»[138].

Tu ser para los demás

253. Quisiera detenerme ahora en la vocación entendida en el sentido preciso del llamado al servicio misionero de los demás. Somos llamados por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que recibimos.

254. Esta vocación misionera tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda. Recuerdo que «la misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo»[139]. Por consiguiente, hay que pensar que: toda pastoral es vocacional, toda formación es vocacional y toda espiritualidad es vocacional.

255. Tu vocación no consiste sólo en los trabajos que tengas que hacer, aunque se expresa en ellos. Es algo más, es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad.

256. Esto da un valor muy grande a esas tareas, ya que dejan de ser una suma de acciones que uno realiza para ganar dinero, para estar ocupado o para complacer a otros. Todo eso constituye una vocación porque somos llamados, hay algo más que una mera elección pragmática nuestra. Es en definitiva reconocer para qué estoy hecho, para qué paso por esta tierra, cuál es el proyecto del Señor para mi vida. Él no me indicará todos los lugares, los tiempos y los detalles, que yo elegiré prudentemente, pero sí hay una orientación de mi vida que Él debe indicarme porque es mi Creador, mi alfarero, y necesito escuchar su voz para dejarme moldear y llevar por Él. Entonces sí seré lo que debo ser, y seré también fiel a mi propia realidad.

257. Para cumplir la propia vocación es necesario desarrollarse, hacer brotar y crecer todo lo que uno es. No se trata de inventarse, de crearse a sí mismo de la nada, sino de descubrirse a uno mismo a la luz de Dios y hacer florecer el propio ser: «En los designios de Dios, cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación»[140]. Tu vocación te orienta a sacar afuera lo mejor de ti para la gloria de Dios y para el bien de los demás. El asunto no es sólo hacer cosas, sino hacerlas con un sentido, con una orientación. Al respecto, san Alberto Hurtado decía a los jóvenes que hay que tomarse muy en serio el rumbo: «En un barco al piloto que se descuida se le despide sin remisión, porque juega con algo demasiado sagrado. Y en la vida ¿cuidamos de nuestro rumbo? ¿Cuál es tu rumbo? Si fuera necesario detenerse aún más en esta idea, yo ruego a cada uno de ustedes que le dé la máxima importancia, porque acertar en esto es sencillamente acertar; fallar en esto es simplemente fallar»[141].

258. Este “ser para los demás” en la vida de cada joven, normalmente está relacionado con dos cuestiones básicas: la formación de una nueva familia y el trabajo. Las diversas encuestas que se han hecho a los jóvenes confirman una y otra vez que estos son los dos grandes temas que los preocupan e ilusionan. Ambos deben ser objeto de un especial discernimiento."

(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 29 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html)