Día 84: Guerra contra los reyes del norte y sur
Evento clave 34: Campaña de conquista del norte (Josué 11)
Después de la campaña del sur Josué se traslada al norte, donde Jasor es “la capital de todos aquellos reinos” (Jos 11 10). El Señor le dice a Josué. “No les tengas miedo” (Jos 11 6) y el Señor nuevamente le da la victoria a su pueblo (cf. Jos 11 8)
INTRODUCCIÓN
Estamos en el quinto período bíblico donde estamos leyendo el libro de Josué y también los Salmos. Más adelante leeremos el libro de los Jueces. Estamos en la Tierra Prometida, el pueblo está entrando guiado por Josué. Están tratando de conquistarlo.
Pero ayer vimos algo increíble. Mucha enseñanza en el capítulo que leíamos ayer que eran el 8 y 9. En el 9 se nos describió la forma como Gabaón engaña al pueblo de Israel, ellos intentaron todo lo posible para hacerle creer al pueblo de Israel que vivían lejos de la tierra de Canaán y que no iban a ser una amenaza. La verdad es que vivían allí en medio de ellos y —muy astutos— para engañarlos deciden usar ropas viejas, sandalias gastadas, provisiones que indicaban que habían hecho un largo viaje. Nos dimos cuenta que los israelitas fueron engañados. Eso nos pasa a nosotros también cuando decidimos depender de nuestra propia percepción y cuando no pedimos el consejo del Señor, de nuestro Dios.
Hoy podemos pedir este don del discernimiento. Pidámosle, "Señor, muéstranos y danos tu consejo cuando vayamos a tomar una decisión, cuando vayamos hacer algo importante". Pidamos al Señor que nos ayude a sacar conclusiones sabias, que no nos dejemos llevar por las rápidas porque hoy en día todo tiene que ser rápido y se nos olvida pedirle a Dios que nos guíe. A veces pensamos que todo es fácil de entender y que todo es fácil. Pensamos que todo depende sólo de nuestras ideas y se nos olvida pedirle a Dios que nos muestre su perspectiva, que nos muestre su camino.
Gran enseñanza que tuvimos el día de ayer y se extiende hasta el día de hoy. Estaremos leyendo el capítulo 10 y 11. Vienen muchas más sorpresas para nosotros en el día de hoy. Les voy hacer una pequeña introducción. Hay cinco reyes que hicieron la guerra contra Gabaón. Pero Josué fue en ayuda de Gabaón, lo cual nos muestra que Dios lucha con ellos y usan piedras de granizo. Hay algo que nos va realmente a sorprender, el sol y la luna se detienen ante la palabra de Josué. Veamos qué pasa en el día de hoy, son muchas las sorpresas, mejor no me adelanto y esperemos a la lectura. Al final del texto explicamos un poquitico más.
Hoy estaré leyendo Josué, capítulos 10 y 11; Salmo 128. Este es el día 84 ¡Empecemos!
ORACIÓN INICIAL
Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. A ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gustar de la palabra de Dios en nuestras vidas.
PUNTOS CLAVES
Hoy vemos grandes conquistas, muchas muertes, mucha sangre. Pero, más que resaltar esto, quisiera que miráramos lo que es la bendición del justo. ¿Qué es la bendición del justo? El que teme a Yahvé y que recorre sus caminos, es decir el que cumple Su Voluntad.
Josué se ha dedicado a cumplir todo al pie de la letra, no le quiere fallar a Yahvé. Todo lo está haciendo como se lo había mandado y vemos los grandes resultados. Yahvé está con él, lo acompaña, no lo suelta y hace que tenga triunfo en todos los lugares. A Josué le tienen pánico, le tienen cierto miedo.
Hoy vimos cómo el día era prolongado por Josué. ¿Cuál era el objetivo? Prolongar este día para esperar la victoria. Algunos hablan de que esto es un lenguaje poético, que es para interpretar y no para mostrar un milagro o un incidente. ¿Qué pasó en ese tiempo? Pues no sabemos, pero dejamos todo en manos de Dios que nos va mostrando que Él siempre lo puede hacer todo.
Hay que ponerle más atención al hecho que Josué es fiel a Dios. Más que si paró el sol o paró la luna, lo más lindo es entender que cuando estamos con Dios no nos falta luz, no nos falta calor, no nos falta lo que es necesario. Con Dios podemos encontrar victoria siempre, si le obedecemos siempre saldremos vencedores.
Algo muy interesante es como Josué viene en defensa de Gabaón. Josué había sido engañado por ellos, pero les había prometido que los iba a ayudar y así se presta para esta guerra y ahora hay más deuda entre estos dos grupos, entre estos dos pueblos y tienen que seguir apoyándose y ayudándose. Hoy aprendimos que incluso aquellos que nos hacen daño, que nos engañan, que nos fallan, que nos traicionan, no podemos dejar de ayudarlos, no podemos dejarlos atrás. Porque no se trata de nosotros hacer o no hacer, sino se trata de que con Dios siempre hay victoria. Tal vez este día necesitamos tener victoria en Cristo y ayudar incluso aquellos que nos han engañado, a los que no han tratado mal. Pidámosle a ese Jesús de Nazaret que nos ayude en cada una de las luchas que tenemos a diario para salir en victoria.
Hoy vimos reyes que fueron vencidos, pueblos que fueron exterminados. Ojalá que nosotros también pudiéramos vencer todo aquello que reina en nuestras vidas y que no pertenece a Jesús y no pertenece a Dios. Que podamos arrasar con todo aquello que nos tiene sometidos. Pidamosle al Señor que podamos avanzar rápidamente sobre nuestro enemigo, pero no parar la guerra nosotros sino para que Él de la guerra por nosotros, porque sólo en Dios encontramos la victoria, encontramos la conquista de todos estos momentos difíciles que hay en nuestra vida.
A pesar de los conflictos políticos y sociales que tengamos en día el día de hoy, en nuestro diario vivir, le pidamos al Señor que venga y nos ayude a luchar por nuestros hermanos sin importar el color, la raza, la política, la situación que están pasando. Que estemos siempre firmes y revestidos de la verdad y de la rectitud que Dios nos da. Estemos siempre listos para salir y anunciar, no la guerra, sino el mensaje de paz que Dios viene a dar. Por eso hoy termina el Salmo diciendo "paz a Israel", y también —después de tantas luchas— llegó la paz a Israel. Ambas lecturas terminan con lo mismo "paz a Israel".
Pidámosle al Espíritu Santo que venga a nuestra mente, que venga a nuestro corazón y digámosle a ese Dios Misericordioso que queremos paz en nuestras vidas. Pero para esto no podemos dejar de orar, no podemos dejar de rogar al Señor. No debemos dejar de pedirle a Él siempre que su Espíritu Santo sea el que nos guíe.
ORACIÓN FINAL
Que el Señor nos ayude a permanecer siempre alertas, que no permita que nos desanimemos, sino que nos ayude a ser fieles y a orar los unos por los otros. Y es por eso que siempre les pido a ustedes que por favor oren por mí, que yo también oraré por ustedes, para que seamos fieles a todo este mensaje que Dios nos da. Para que podamos vivir con fe en lo que leemos y lo que compartimos. Para poder enseñar siempre la verdad y para cumplir lo que enseñamos y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre cada uno de ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!
PARA MEDITAR
Fray Sergio nos habló hoy de docilidad a la Palabra de Dios como condición para caminar en victoria. ¿Cómo te interpela a ti, personalmente, la Palabra? ¿Qué debes cambiar para tener victoria sobre tus enemigos (vicios, pecados, rencores, etc.)?
Cuando acogemos la Palabra de Dios en nuestras vidas, se empieza a dar un cambio interior en nosotros y no nos podemos quedar encerrados en nosotros mismos ¿De qué manera te estás involucrando en tu comunidad para poner tus talentos y tu tiempo al servicio de los demás?
COMENTARIOS ADICIONALES
Papa Francisco. Misas matutinas en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Lunes 20 de enero de 2014.
El Dios de las sorpresas
"Discernimiento y docilidad: dos palabras que describen la actitud precisa para vivir la libertad de la Palabra de Dios, rompiendo esquemas y hábitos con la capacidad de adaptarse a las continuas sorpresas y a la novedad. Es ésta la reflexión que propuso el Papa Francisco en la misa del lunes 20 de enero.
Como es costumbre, el Pontífice centró su meditación en las lecturas propuestas por la liturgia —el pasaje tomado del primer libro de Samuel (15, 16-23) y el texto evangélico de Marcos (2, 18-22)— que ayudan a «reflexionar sobre la Palabra de Dios» y sobre «nuestra actitud ante la Palabra de Dios». Y la Palabra de Dios «es viva y eficaz, juzga los deseos e intenciones del corazón», explicó el Papa citando la Carta a los Hebreos (4, 12-13). En efecto, «la Palabra de Dios viene a nosotros e ilumina incluso el estado de nuestro corazón, de nuestra alma»: en una palabra, «discierne».
Y precisamente las dos lecturas —dijo— «nos hablan de esta actitud que debemos tener» ante la «Palabra de Dios: la docilidad». Se trata, afirmó, de «ser dóciles a la Palabra de Dios. La Palabra de Dio es viva. Por ello viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que yo confío que diga o lo que yo quiero que diga». La Palabra de Dios «es libre». Y es «también sorpresa, porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas: viene y hace siempre nuevas las cosas. Es novedad. El Evangelio es novedad. La revelación es novedad».
«Nuestro Dios —continuó el Pontífice— es un Dios que siempre hace nuevas las cosas. Y nos pide esta docilidad a su novedad». Precisamente en el pasaje evangélico «Jesús es claro en esto, es muy claro: vino nuevo en odres nuevos». Así, «Dios debe ser recibido con esta apertura a la novedad». Y esta actitud «se llama docilidad».
De aquí la invitación a plantearse algunas preguntas: «¿Soy dócil a la Palabra de Dios o hago siempre lo que yo creo que es la Palabra de Dios? ¿O hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es otra cosa de aquello que Dios quiere hacer?». Pero, advirtió el Papa, «si yo hago esto termino como un remiendo de paño sin remojar en un vestido viejo» del que habla el Evangelio. «Y la rotura llega a ser peor: si hago esto me convierto en algo peor».
«Adecuarse a la Palabra de Dios para poder recibirla» requiere, por lo tanto, «una actitud ascética», explicó el Pontífice presentando un ejemplo concreto: «si el aparato» eléctrico «que tengo no funciona» es necesario «un adaptador». Lo mismo, dijo, debemos hacer nosotros: «adaptarnos siempre, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios». En esencia, «estar abiertos a la novedad».
En su reflexión, el Papa volvió al pasaje del primer libro de Samuel. «Saúl, elegido por Dios, ungido por Dios, había olvidado —destacó— que Dios es sorpresa y novedad. Se había cerrado en sus pensamientos, en sus esquemas. Y así razonó humanamente. El Señor le había dicho: entrega a todos al exterminio». Pero «la costumbre», explicó el Pontífice, «cuando uno vencía, era la de tomar el botín» para dividirlo; «y con parte del botín se hacía el sacrificio» a Dios. Por lo tanto, Saúl destinó algunos animales hermosos para el Señor: «razonó con su pensamiento, con su corazón, cerrado en las costumbres. Y Dios, nuestro Dios, no es un Dios de las costumbres, es un Dios de las sorpresas».
Así Saúl «no obedeció a la Palabra de Dios, no fue dócil a la Palabra de Dios». Samuel, se lee en la Escritura, le «reprende por esto» diciendo: «¿Le complacen al Señor los sacrificios y holocaustos tanto como obedecer su voz?». Así, Samuel «le hace saber que no obedeció: no se comportó como siervo, se comportó como señor. Él se adueñó de la Palabra de Dios. Dice una vez más Samuel: “La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad, más que la grasa de carneros”».
Y luego, continuó el Papa, «la Palabra de Dios va más adelante, a través de Samuel. La rebelión —no obedecer a la Palabra de Dios— “es pecado de adivinación”, pecado de magia. Y la obstinación, la no docilidad —hacer lo que tú quieres y no lo que Dios quiere— es pecado de idolatría.
Las palabras de Samuel «nos hacen pensar en qué consiste la libertad cristiana, en qué consiste la obediencia cristiana», dijo el Papa. «La libertad cristiana y la obediencia cristiana es docilidad a la Palabra de Dios; es tener ese valor de llegar a ser odres nuevos para este vino nuevo que llega continuamente. Este valor de discernir siempre, discernir siempre —y no relativizar— lo que hace el espíritu en mi corazón, qué quiere el espíritu en mi corazón... Y obedecer». Y concluyó con las dos palabras clave de su meditación, «discernir y obedecer», y con una oración: «Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra que es viva y eficaz, que discierne los sentimientos y pensamientos del corazón»."
(Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 4, viernes 24 de enero de 2014. Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 25 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140120_dios-sorpresas.html)