Día 89: Israel se aparta de Yahvé
INTRODUCCIÓN
Seguimos en este quinto período y hoy estaremos leyendo dos libros nuevos para nosotros: el Libro de Jueces y el Libro de Rut y seguiremos con los Salmos. Estamos en el final de la vida de Josué. Estamos viendo su muerte. Y ahora el pueblo ha prometido lealtad y fidelidad a Dios. Pero nos daremos cuenta de que no todo es color de rosa. Aunque Israel ya está en la Tierra Prometida, no todo está bien. El pueblo está cayendo continuamente en un pecado el cual lo va a llevar a ser oprimido por los enemigos. Y, cuando esto sucede, el pueblo se acuerda otra vez de Yahvé y claman a Él por ayuda. Es así como Dios siempre va a mandar un libertador, en este caso se va a llamar un “juez”. Y tendremos “jueces mayores” y “jueces menores”, pero no quiero entrar en ese detalle ahorita.
Las cosas van a mejorar por un tiempo, cuando llegan los jueces hasta que vuelven a caer completamente. Y parece que el pecado se vuelve cíclico para ellos. Hay que pedirle al Señor que nos ayude a nosotros también, que a veces tenemos este pequeño problemita y caemos una y otra vez. Aunque se haya hecho la conquista, aunque se haya llegado a la Tierra Prometida, aunque se hagan pactos y promesas, no podamos bajar la guardia, no podemos descansar como si ya todo estuviera hecho, no. Tenemos que permanecer fieles al Señor y esto implica que se haga un poquito de trabajo. Dios nos da la luz y nos va a establecer en cualquier lugar donde él quiera que estemos, pero nosotros debemos pedirlo a Él que nos dé la visión de que lo podemos ver a Él y que nosotros no nos dejemos llevar por los malos hábitos, por los malos caminos, o por la gente que esté a nuestro alrededor.
Con este libro de los Jueces tendremos la idea de que para tener a Dios en nuestra vida no podemos olvidarnos de Él, no podemos olvidarnos de sus reglas, tenemos que decirle: “Señor, reina sobre nosotros y seguiremos tu pacto”. El cual tenemos que renovar muchas veces, a diario o, de vez en cuando, pero no podemos decir: “Ya hice el pacto, y todo está bien”, porque podemos caer fácilmente. Siempre nos podemos distraer.
También estaremos leyendo el libro de Rut, y con eso nos daremos cuenta que el Señor siempre hace que surjan personas que son fieles a la alianza. Y tendremos una frase muy significativa aquí “tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Palabras de alguien que se llama Rut que es una moabita, y que quiere serle fiel al Dios de Israel, que quiere serle fiel al pueblo de Israel.
Así que, nos damos cuenta de que Dios ha escogido a Israel, pero que también uno puede adherirse a ese pacto que Dios ha querido hacer, no solo con Israel, sino con todos los hombres. Pidámosle al Señor que hoy podamos descubrir más esa fidelidad, que nosotros nos debemos a él.
Estaremos leyendo los capítulos del 1 al 3 de Jueces, el primer capítulo de Rut y el Salmo 133. Este es el día 89. Empecemos.
ORACIÓN INICIAL
Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas que el Espíritu Santo abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozarnos de la palabra de Dios en nuestras vidas el día de hoy.
PUNTOS CLAVES
Pues empezamos estos dos nuevos libros que son muy interesantes, pero que van en el mismo contexto de un pueblo que ha llegado a Tierra Prometida donde ya su último líder muere. Y empezamos a ver cómo la gente se acomoda en cada una de sus ciudades. Y a veces cuando nos empezamos a acomodar demasiado, es cuando empezamos a fallarle a Dios. No se si a ti te ha pasado o no, pero a veces cuando estamos muy cómodos en nuestra vida, es cuando más fácil le fallamos a Dios y nos olvidamos de él. Toda la gente que no había visto las proezas y gracias que Yahvé había hecho por el pueblo, pues se fueron olvidando de él. Y notablemente, cuando nos olvidamos de Yahvé pues viene el fracaso. Y es lo que se va a llamar el tiempo de redención, cada vez que viene uno de estos nuevos jueces y los ayuda y los saca adelante, el pueblo parece que vuelve a olvidarse y toca llamar a otro nuevo juez. Nada diferente a nuestras vidas. No se si a ti te ha pasado que Dios te saca de un problema. Haces mil promesas. Al rato se te olvidan y ya estás en otro problema. Por lo menos a mi me pasa y me ha pasado un par de veces. Así que, no podemos a veces ser muy duros juzgando a los demás, porque creo que es algo a lo que todos somos recurrentes.
Quisiera que miráramos también rápidamente lo que es la importancia del amor fiel en las relaciones humanas. Y esto lo veremos en el libro de Rut. Una mujer que se llama Nohemí tiene dos nueras. Y ahí es donde se va a enfocar el autor de este libro: cómo hay poder en las relaciones humanas, como es importante que haya amor para completar la ley de Dios. Este amor que podemos tener por los demás refleja el amor de Dios y nos ayuda a que se dé esa unión maravillosa entre seres humanos que son reflejo de la acción maravillosa de Dios.
Pidámosle a Dios que esta benevolencia que él tiene sea también nuestra, que esa bendición que Él no da podamos compartirla con los demás para que tú y yo también podamos ser bendición a través de nuestras relaciones con los demás seres humanos, para que aprendamos a amar intensamente, incluso aquellos que no son de nuestro pueblo, que no son de nuestra raza, de nuestro lenguaje o tal vez que son diferentes.
ORACIÓN FINAL
Así que, antes de despedirme quisiera pedirles a ustedes que por favor oren por mi para que sea fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que leo, lo que comparto con ustedes, para que pueda enseñar lo que creo y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los Bendiga!
PARA MEDITAR
Con el inicio del libro de Jueces, Fray Sergio nos recuerda que cuando nos alejamos de Dios, nuestro corazón se corrompe y caemos en toda clase de pecados e idolatrías. ¿Qué acciones puedes tomar en tu vida diaria para no apartar tu mirada de Jesucristo?
En el primer capítulo del libro de Rut podemos notar que había mucha concordia entre Noemí y sus dos nueras. Reflexiona en tus relaciones con tu familia extendida ¿Qué enseñanza puedes sacar de la relación entre Rut y Noemí?
COMENTARIOS ADICIONALES
Mensaje del Santo Padre a los participantes en el encuentro online "Nuestro Amor cotidiano" para la apertura del Año "Familia Amoris Laetitia", 19.03.2021
Queridos hermanos y hermanas
Saludo a todos vosotros que participáis en la conferencia de estudio sobre el tema "Nuestro amor cotidiano". Mi pensamiento se dirige en particular al cardenal Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, al cardenal Angelo De Donatis, vicario de la diócesis de Roma, y a monseñor Vincenzo Paglia, gran canciller del Instituto teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
Hace cinco años se promulgó la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia sobre la belleza y la alegría del amor conyugal y familiar. En este aniversario he invitado a vivir un año de relectura del documento y de reflexión sobre el tema, hasta la celebración de la X Jornada Mundial de las Familias que, si Dios quiere, tendrá lugar en Roma el 26 de junio de 2022. Os agradezco las iniciativas que habéis emprendido con este fin y la contribución que cada uno de vosotros hace en su propio ámbito de trabajo.
Durante este quinquenio, Amoris laetitia ha marcado el inicio de un camino que trata de impulsar un nuevo enfoque pastoral de la realidad de la familia. La intención principal del documento es comunicar, en un tiempo y una cultura profundamente cambiados, que hoy es necesaria una nueva mirada de la Iglesia sobre la familia: no basta con reiterar el valor y la importancia de la doctrina, si no nos convertimos en custodios de la belleza de la familia y si no nos hacemos cargo con compasión de su fragilidad y sus heridas.
Estos dos aspectos están en el corazón de toda la pastoral familiar: la franqueza del anuncio del Evangelio y la ternura del acompañamiento.
Por un lado, anunciamos a las parejas, a los matrimonios y a las familias una Palabra que les ayuda a captar el sentido auténtico de su unión y de su amor, signo e imagen del amor trinitario y de la alianza entre Cristo y la Iglesia. Es la Palabra siempre nueva del Evangelio, de la que puede tomar forma toda doctrina, incluida la de la familia. Y es una Palabra exigente, que quiere liberar las relaciones humanas de la esclavitud que a menudo desfigura su rostro y las hace inestables: la dictadura de las emociones, la exaltación de lo provisional que desalienta los compromisos de por vida, el predominio del individualismo, el miedo al futuro. Frente a estas dificultades, la Iglesia reafirma a los esposos cristianos el valor del matrimonio como proyecto de Dios, como fruto de su gracia y como llamada a ser vivida con totalidad, fidelidad y gratuidad. Este es el camino para que las relaciones, incluso a través de un recorrido marcado por los fracasos, las caídas y los cambios, se abran a la plenitud de la alegría y la realización humana y se conviertan en un fermento de fraternidad y amor en la sociedad.
Por otra parte, este anuncio no puede ni debe darse nunca desde arriba o desde fuera. La Iglesia está encarnada en la realidad histórica como lo estuvo su Maestro, e incluso cuando anuncia el Evangelio de la familia lo hace sumergiéndose en la vida real, conociendo de cerca las fatigas cotidianas de los esposos y de los padres, sus problemas, sus sufrimientos, todas esas pequeñas y grandes situaciones que pesan y a veces obstaculizan su camino. Este es el contexto concreto en el que se vive el amor cotidiano. Habéis titulado así vuestra conferencia: "Nuestro amor cotidiano". Es una elección significativa. Se trata del amor generado por la sencillez y el trabajo silencioso de la vida de pareja, por ese esfuerzo cotidiano y a veces agotador de los cónyuges, de las madres, de los padres, de los hijos. Un Evangelio que se propusiera como una doctrina caída de lo alto y no entrara en la "carne" de esta cotidianidad, correría el riesgo de quedarse en una bella teoría y, a veces, de ser vivido como una obligación moral. Estamos llamados a acompañar, a escuchar, a bendecir el camino de las familias; no sólo a trazar la dirección, sino a hacer el camino con ellas; a entrar en las casas con discreción y amor, para decir a los cónyuges: la Iglesia está con vosotros, el Señor está cerca de vosotros, queremos ayudaros a conservar el don que habéis recibido.
Anunciar el Evangelio acompañando a las personas y poniéndonos al servicio de su felicidad: así podemos ayudar a las familias a caminar de una manera que responda a su vocación y misión, conscientes de la belleza de los vínculos y de su fundamento en el amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Cuando la familia vive bajo el signo de esta comunión divina, que he querido explicitar en sus aspectos existenciales en Amoris laetitia, entonces se convierte en palabra viva de Dios-Amor, pronunciada al mundo y para el mundo. En efecto, la gramática de las relaciones familiares -es decir, de la conyugalidad, de la maternidad, de la paternidad, de la filialidad y de la fraternidad- es la vía por la que se transmite el lenguaje del amor, que da sentido a la vida y calidad humana a toda relación. Es un lenguaje hecho no sólo de palabras, sino también de formas de ser, de cómo hablamos, de las miradas, gestos, tiempos y espacios de nuestra relación con los demás. Los esposos lo saben bien, los padres y los hijos lo aprenden a diario en esta escuela de amor que es la familia. Aquí también tiene lugar la transmisión de la fe entre las generaciones: pasa precisamente a través del lenguaje de las buenas y sanas relaciones que se viven en la familia cada día, especialmente al enfrentar juntos los conflictos y las dificultades.
En este tiempo de pandemia, en medio de tantas dificultades tanto psicológicas como económicas y sanitarias, todo esto ha resultado evidente : los lazos familiares han estado y siguen estando muy probados, pero al mismo tiempo continúan siendo el punto de referencia más firme, el apoyo más fuerte, la salvaguarda insustituible para la estabilidad de toda la comunidad humana y social.
¡Apoyemos, pues, a la familia! Defendámosla de todo lo que comprometa su belleza. Acerquémonos a este misterio de amor con asombro, discreción y ternura. Y comprometámonos a salvaguardar sus vínculos preciosos y delicados: hijos, padres, abuelos... Necesitamos estos vínculos para vivir y vivir bien, para hacer la humanidad más fraterna.
Por lo tanto, el año dedicado a la familia, que comienza hoy, será un momento propicio para continuar la reflexión sobre Amoris laetitia. Y por ello os doy las gracias de todo corazón, sabiendo que el Instituto Juan Pablo II puede contribuir de muchas maneras, en diálogo con otras instituciones académicas y pastorales, al desarrollo de la atención humana, espiritual y pastoral en apoyo de la familia. Os encomiendo a vosotros y a vuestro trabajo a la Sagrada Familia de Nazaret ; y os pido que hagáis lo mismo conmigo y con mi ministerio."
(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 30 de marzo de 2022. https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2021/03/19/mens.html)