Día 4: El Diluvio
INTRODUCCIÓN
Las lecturas de hoy nos hablarán de opciones y decisiones. Se le presentan al hombre dos caminos: uno de bien que conduce a la vida y uno de opción por el mal que acarrea el castigo de Dios. Noé ejemplifica al hombre que opta por Dios y hacer Su voluntad. La destrucción de todo ser con aliento sobre la faz de la tierra, nos muestra el destino de los malvados. Dios nos llama a cada uno de nosotros y nos presenta Su plan de salvación. Queda de nosotros aceptarlo o rechazarlo. Igual tendremos que acarrear con las consecuencias de nuestra decisión el día del juicio: la vida eterna junto a Dios, o la perdición que le espera a los malvados.
ORACIÓN INICIAL
"Padre de amor y de misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Padre, Hijo, y Espíritu Santo.Y a ti qué me escuchas: pide que el Espíritu Santo abra tu mente, que abras tu corazón, para que podamos gozar de esta palabra que Dios nos regala hoy a nuestras vidas. Amén. Y a ti que me escuchas: pide que el Espíritu Santo abra tu mente, que abra tu corazón, para que podamos gozar de esta palabra de Dios que se ha proclamado hoy para nuestras vidas." (Fray Sergio)
PUNTOS CLAVE
La alianza que Dios hace con Noé va a ayudar a que haya una nueva creación, una nueva vida. Esta alianza es también un sinónimo de bendición, pues se va a bendecir la familia de Noé, a todos los que van a descender de ella, a todo lo que es el nuevo género humano y se renueva el mandamiento original que se dio desde el momento en que Dios dice: “Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra”.
Dios promete de manera incondicional a toda la humanidad, a todos los seres vivos, que ya no volverá a destruir nunca más, ni aniquilar la vida a través de un diluvio, ni que habrá más diluvio para destruir absolutamente nada. Lo que ahora viene es un momento de esperanza, Dios ofrece el arco iris, este gran signo que nos va a recordar su promesa.
Sin embargo, hoy tenemos que pensar que sigue el derramamiento de sangre. Ahora Dios propone dos cosas:
Que se puedan comer los animales, pero que no se coma su sangre.
Que no haya derramamiento de sangre humana porque él que derrame sangre humana, él que asesinar tiene que pagar con su propia sangre.
Él derramamiento de sangre humana con cualquier asesinato que se produzca también me va a decir él Señor que esa persona debe ser privada de su vida. Así que si miramos el catecismo en el numeral 2267 nos va a mostrar cómo la iglesia hoy señala que este castigo debe ser aplicado en casos muy raros cuando se requiera la defensa de la vida. Tú puedes quitarle la vida a otros siempre y cuando tú estés defendiendo tu propia vida.
El Génesis explica la razón por la cual Dios envió el diluvio, pues fue porque tanto el hombre como la tierra misma se han corrompido. Parece que hay mucha maldad, parece que la perversión es tan grande, que la única forma de salvar al mundo era arrancar el mal de la faz de la tierra. Dejar con vida lo único que es bueno y lo que todavía puede volver a dar frutos. Es por eso que se escoge esta familia, que se escogen los animales, que se escogen por parejas, que se escogen macho y hembra para que puedan volver a haber vida.
Este diluvio lo podemos prefigurar como una forma de bautismo, donde se le va a dar a la humanidad una nueva oportunidad, donde se le va a dar a la creación un nuevo comienzo.
A Noe le toca construir el arca y esta arca no se construyó de la noche a la mañana, tomó mucho tiempo. Esta obra de construcción serviría para que todos los que están viendo se den cuenta que hay un instrumento para la salvación. Pero no sólo un instrumento para salvación sino que es un llamado para toda la humanidad que recapacite. A que se den cuenta que la advertencia que Dios ha hecho va en serio y por eso se está creando el arca. Pero parece que la gente hace caso omiso a las advertencias que Dios pone en frente de ellos.
Él mismo Salmo 1 que acabamos de leer hoy nos habla de dos hombres, de dos caminos, de dos destinos. Siempre estamos con la confrontación de los anuncios de Dios de que podemos cambiar o que podemos seguir por él mismo camino que venimos. Que podemos ser hombres benditos o que podemos ser hombres infelices. La decisión está en nuestras manos.
Aunque algunos cojan un camino como lo decía el Salmo 1, hay otros que cogen el camino de Dios. Podemos ver y presentar aquí que el camino está en nuestra mano. Tú decides por cuál quieres ir. Ojalá que hoy decidas caminar por la senda del Señor. Ojalá que hoy decidas caminar por la historia de tu propia salvación. Ojalá que hoy decidas invitar a otros a este camino, a descubrir la salvación de sus propias vidas en este plan de salvación que Dios ha trazado para con nosotros.
RECAPITULANDO
El Señor destruye todo ser viviente debido a la maldad y la corrupción del hombre.
A través de la alianza de Dios con Noé, el Señor promete jamás destruir la vida por las aguas del diluvio.
Las aguas del diluvio prefiguran el bautismo, en el cual se nos da una nueva oportunidad, una nueva vida en Cristo.
Al hombre se le presentan dos caminos: uno que lleva a una vida feliz en la eternidad con Dios, y otro que lleva a la perdición y al castigo eterno lejos de Dios. Cada uno de nosotros debemos hacer esta elección. Elijamos como Noé, cumpliendo todo lo que nos manda Dios.
ORACIÓN FINAL
“Antes de despedirme pues, como siempre, quiero pedirles que por favor oren por mí. Por favor pidan que yo sea fiel al ministerio que se me ha confiado. Pidan para que yo pueda vivir con fe cada una de las palabras que leo aquí de la escritura cada día, para que pueda enseñar la verdad y para que pueda cumplir todo lo que enseño. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre cada uno de ustedes y los acompañe siempre. No te olvides de que hoy puedes alabar, puedes bendecir y predicar con esta palabra de Dios que has recibido.”
PÁRRAFOS RELEVANTES DEL CATECISMO
Gn 7, 23
845 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el "mundo reconciliado" (San Agustín, Sermo 96, 7-9). Es, además, este barco que pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo"; san Ambrosio, De virginitate 18, 119); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).
1094 Sobre esta armonía de los dos Testamentos (cf DV 14-16) se articula la catequesis pascual del Señor (cf Lc 24,13- 49), y luego la de los Apóstoles y de los Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que permanecía oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio de Cristo. Es llamada catequesis "tipológica", porque revela la novedad de Cristo a partir de "figuras" (tipos) que lo anunciaban en los hechos, las palabras y los símbolos de la primera Alianza. Por esta relectura en el Espíritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras son explicadas (cf 2 Co 3, 14-16). Así, el diluvio y el arca de Noé prefiguraban la salvación por el Bautismo (cf 1 P 3, 21), y lo mismo la nube, y el paso del mar Rojo; el agua de la roca era la figura de los dones espirituales de Cristo (cf 1 Co 10,1-6); el maná del desierto prefiguraba la Eucaristía "el verdadero Pan del Cielo" (Jn 6,32).
1219 La Iglesia ha visto en el arca de Noé una prefiguración de la salvación por el bautismo. En efecto, por medio de ella "unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a través del agua" (1 P 3,20): «¡Oh Dios!, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad (Vigilia Pascual, Bendición del agua: Misal Romano).
Gn 8, 8-12
701 La paloma. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo (cf. Gn 8, 8-12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él (cf. Mt 3, 16 paralelos). El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados. En algunos templos, la Santa Reserva eucarística se conserva en un receptáculo metálico en forma de paloma (el columbarium), suspendido por encima del altar. El símbolo de la paloma para sugerir al Espíritu Santo es tradicional en la iconografía cristiana.
Gn 9, 6
2258 “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, intr. 5).
2260 La alianza de Dios y de la humanidad está tejida de llamamientos a reconocer la vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en el corazón del hombre:
«Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre [..] Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo él al hombre» (Gn 9, 5-6).
El Antiguo Testamento consideró siempre la sangre como un signo sagrado de la vida (cf Lv 17, 14). La validez de esta enseñanza es para todos los tiempos.
2263 La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. “La acción de defenderse [...] puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia vida; el otro, la muerte del agresor” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7). “Nada impide que un solo acto tenga dos efectos, de los que uno sólo es querido, sin embargo el otro está más allá de la intención” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7).
2264 El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal:
«Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría de una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la acción sería lícita [...] y no es necesario para la salvación que se omita este acto de protección mesurada a fin de evitar matar al otro, pues es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro» (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7).
Gn 9, 9-17
56 Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. La alianza con Noé después del diluvio (cf. Gn 9,9) expresa el principio de la Economía divina con las "naciones", es decir con los hombres agrupados "según sus países, cada uno según su lengua, y según sus clanes" (Gn 10,5; cf. Gn 10,20-31).
Gn 9, 16
71 Dios selló con Noé una alianza eterna entre Él y todos los seres vivientes (cf. Gn 9,16). Esta alianza durará tanto como dure el mundo.