Día 35: Dios parte el mar y derrota al faraón
Key Event 19: Crossing of the Red Sea (Exodus 13:17-15:21)
When the Israelites flee Egypt, they find themselves trapped between the Red Sea and the Egyptian army. God MIRACULOUSLY parts the sea, enabling the Israelites to pass through on dry land. When the Egyptians give chase, the water returns and destroys their army. Like the flood, this event prefigures BAPTISM (REMEMBER TYPOLOGY) in the New Testament (see 1 Cor 10:2)
INTRODUCCIÓN
Continuamos con el libro del Éxodo. Ayer leíamos el capítulo 12 con algunos regalos para nosotros muy importantes porque entendemos cómo empieza lo que va a ser el año religioso y el año civil para el pueblo hebreo. Vimos cómo se instituyó la fiesta de la Pascua, se dieron los detalles de cómo era este rito, se produjo algo terrible, la muerte de los hijos mayores. Es la culminación de las plagas que terminan con sangre y los israelitas son echados del país. Es algo bastante difícil porque, así como empezaron las plagas con sangre, cuando el Nilo tocado por la vara de Moisés se convirtió en sangre. Hoy terminamos con sangre, la última plaga y nos van a recordar que también se dio el paso del Ángel de la Muerte y cómo sabía dónde estaban los que debía proteger (donde estaban los dinteles untados de sangre).
¿Qué salvó a estas personas? ¿La sangre? No, la fe en Yahvé, que les dijo: “Márquense con la sangre, quédense dentro de sus casas y sean obedientes". La obediencia a Dios siempre es recompensada y ahora estos hombres y mujeres tienen vida. Así que culminamos ese capítulo 12 del Éxodo donde vimos la institución de estas fiestas y ahora veremos para que esta fiesta tiene muchas indicaciones y de aquí en adelante vienen cosas nuevas para nosotros. El pueblo va a recobrar la libertad, más de cuatro siglos en Egipto y empiezan a caminar, así que, hoy tendremos los ácimos, también tendremos lo que es la salida de Egipto, la partida.
Veremos que todo empieza a cambiar. Ya el pueblo entra al desierto, es un pueblo libre. Se acabó la lucha de poderes, estamos con la sangre del cordero que se puso en el marco de la puerta, en los dinteles, con el Ángel de la Muerte, con un pueblo que está caminando y que entra al desierto; lo veremos caminando hasta llegar al Sinaí. Ya Dios había hecho un pacto con los patriarcas, con un hombre, con otro hombre. Hoy lo ha hecho con un pueblo al que adopta para sí y al cual empieza a guiar, cosa muy interesante para el día de hoy. No sé si esto los emociona a ustedes pero yo estoy súper emocionado. Hoy estaremos leyendo Éxodo 13 y 14; Levítico 10 y el Salmo 53.
ORACIÓN INICIAL
Padre de amor y misericordia tú qué haces elocuente la lengua a los niños educa también la mía e infunde mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo y a ti te invito para que pidamos juntos por ese Espíritu Santo, que Él abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozar de la palabra que Dios a compartido para nuestras vidas hoy.
UNTOS CLAVES
Llegamos a una parte muy interesante, ya hemos visto la lucha de los poderes y hoy fue como el cierre. ¿Quién es más fuerte? El Faraón y sus ejércitos, el Faraón y su política? ¿O es más fuerte Dios con sus elegidos, quienes, realmente son personas inusuales?
Siempre me ha llamado mucho la atención la persona de Moisés, aunque era hebreo se crió en la casa del Faraón. ¿Cuándo se iba a imaginar el Faraón que a lo que él más le tenía miedo, que era que el pueblo se creciera y se liberara de su yugo, estuviera viviendo con él, en su propia casa? Moisés, el salvado por las aguas. La picardía de la mamá que tuvo toda esta intención de soltar al niño en la canastilla, con su hermana cuidándolo, vigilando y la princesa que se lo encuentra en el mar, lo lleva a casa, lo educa y después este hombre que sale y descubre cómo sufre el pueblo. Termina haciendo una cosa atroz, matando a alguien y termina huyendo cuando se da cuenta que va a ser encontrado. Pero él todavía no conoce a Yahveh. No es un hombre de fe simplemente ha escapado porque tiene miedo al poder del Faraón, le tiene miedo a la muerte y desde allí Dios se aparece y lo llama, le da una identidad. Él encuentra su identidad al encontrarse con Dios y Dios le ha revelado quién es Él, el "Yo Soy”, y es así como Moisés se encuentra y sabe quién es él también, el hombre que Dios ha escogido para dar la liberación.
Ya vimos que no era una perita en dulce, no era el mejor de todos, era hasta asesino, había matado a un hombre, está en tierra extraña, está en tierra extranjera. Pero la misericordia de Dios es muchísimo más grande que esto, le da identidad a este hombre, le quita todas sus limitaciones porque no es rápido en el habla, no es eficiente en el habla, él mismo lo sabe y se lo dice a Yahvé “¡Oye, no me pongas a mí, pon a mi hermano Aarón!” y entonces ahora tiene que compartir todo este poder con Aarón.
Nos damos cuenta que personas que no contaban para nadie, cuentan para Dios y ahora van a ser los libertadores del pueblo. Un Dios que les da identidad a las personas, pero que ahora le va a dar identidad a todo un pueblo, a quien dice “este es mi pueblo, lo voy a rescatar, no lo voy a dejar sufrir más, no más ignominia, no más dolor, no más esclavitud”. Es un Dios que quiere salvarnos a todos, incluso al mismo Faraón y a su pueblo. Les dio diez oportunidades, pero ¿qué pasa cuando nuestro corazón se pone duro? Ignoramos la palabra de Dios, ignoramos sus advertencias, ignoramos su misericordia y seguimos con nuestros planes, confiando en nuestra riqueza, confiando en nuestro poder. Nos dimos cuenta que frente a las plagas, en las tres primeras, muy victoriosos los sabios y hechiceros de Egipto, pero terminaron diciendo: “¡no, Yahvé tiene todo el poder!”. Es lo que pasa, el mundo del poder nos nubla y nos hace pensar que todo lo puede y resulta que no, no todo lo puede. Pero Dios sí lo puede todo, todo lo puede cambiar.
Nos damos cuenta también que la sangre, que es signo de vida, se convirtió en signo de destrucción y de muerte con la primera plaga y con la última plaga. Vemos que la muerte empieza a ser muy fuerte en este territorio, pero que hay unos que no mueren porque se han dedicado a ser obedientes a Dios a creer en su palabra y es lo que nosotros sabemos que el cuerpo de Dios está siempre a salvo, siempre y cuando se deje guiar por su Cabeza, que es Jesucristo, es el cuerpo místico de la Iglesia.
Qué hermoso saber que tenemos una Cabeza que quiere que nosotros nos salvemos y hemos aprendido en estos últimos dos días, ayer y hoy, lo que es la alianza, los requisitos de la alianza, pero Dios también nos dice: “Oigan, no se cuiden mucho porque yo sé que ustedes van a fallar y esto lo que tienen que hacer para limpiarse de sus fallas” y empieza a mostrar todos los casos de impureza en los que podemos incurrir, pero también como limpiarnos como no fallarle a Él, porque vamos a ver que Dios ya empieza a caminar con el pueblo y próximamente tendremos mejores noticias, Dios se quiere quedar con nosotros, quiere poner su tienda en medio de nosotros pero para esto tenemos que estar preparados, tenemos que aprender a comportarnos. Nos están dando todas estas reglas, todos estos compromisos de una nueva alianza que se va a pactar y siempre todo con sangre. Bastante difícil. A mí que no me gusta la sangre a veces me parece fuerte, me parece complicado pero es la voluntad del Señor, así que lo tenemos que hacer de esta manera.
Vamos viendo cómo se abre el mar. Pasan los hebreos, se quedan los egipcios y descubrimos que Dios es el todopoderoso. Manda sobre hombres, sobre las bestias, sobre la naturaleza y manda sobre el cosmos, porque es el Dios que lo ha creado, es el Dios que lo puede todo.
Hoy mucha muerte pero también mucha vida, empieza la liberación. Tal vez tú y yo debemos pensar ¿a qué debemos morir hoy? ¿Cuáles son las plagas que han venido a nuestra vida, que nos han anunciado que algo tiene que cambiar en nuestra vida para que seamos libres? ¿Qué tenemos que dejar morir? ¿Cómo podemos disfrutar de esa libertad que Dios nos quiere dar? ¿A qué le tenemos que poner la nueva sangre? pero no la sangre del cordero, sino la del Cordero del Agnus Dei, de Cristo mismo ¿Cómo nos vamos a cubrir con su sangre para encontrar vida, para encontrar vida en abundancia en la persona Jesucristo?
Grandes momentos que nos ha acompañado Moisés y que nos seguirá acompañando. Hoy, tristeza en Aarón porque sus hijos han desobedecido el mandato de Dios ¿Qué vamos a hacer nosotros? A obedecer o desobedecer, vamos a ofrecer sangre de inocentes como lo hizo el faraón o vamos a ofrecer la sangre del cordero para inmolarnos y hacer ese paso, esa Pascua de dejar lo malo atrás y salir libres a una vida nueva.
ORACIÓN FINAL
¿Qué quieres ofrecer hoy? díselo al Señor, dile: "Señor en tus manos me pongo, quiero ser libre, hay cosas que me dan mucho dolor, mucho sufrimiento, mucha tristeza; con las que hago daño tal vez, son mis malos hábitos, mis vicios, mis malas costumbres. Hoy las quiero dejar atrás, así que, ábreme este mar de posibilidades para que pueda pasar, permíteme pasar por tierra seca, permíteme entrar en este plan de salvación que Tú has creado para mí y quiero escuchar Tu Palabra y saber que Tú me estás esperando con brazos de misericordia, con brazo extendido, porque quieres que también yo dé este paso. Y esto lo clamo con la sangre de cristo, el Cordero inmolado y te lo pido a Ti Padre misericordioso porque quiero ser libre y quiero experimentar esa libertad de los hijos de Dios."
Así que esta puede ser hoy tu oración y antes de terminar no se te olvide que tenemos un compromiso, yo oro por ti, tú oras por mí. Así que por favor ahora por mí para que yo sea fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe cada una de estas cosas que leemos y enseñamos, para que pueda enseñar la verdad y para que pueda cumplir lo que he enseñado y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios los bendiga!
PARA MEDITAR
Lee lentamente la oración final de Fray Sergio y házla tuya. ¿Qué le vas a ofrecer al Señor hoy?
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Ex 13:12-13
529 La Presentación de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex 13,2.12-13). Con Simeón y Ana, toda la expectación de Israel es la que viene al Encuentro de su Salvador (la tradición bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado, "luz de las naciones" y "gloria de Israel", pero también "signo de contradicción". La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz que dará la salvación que Dios ha preparado "ante todos los pueblos”.
Ex 13:22
659 "Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de Dios" (Mc 16, 19). El Cuerpo de Cristo fue glorificado desde el instante de su Resurrección como lo prueban las propiedades nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo disfruta para siempre (cf. Lc 24, 31; Jn 20, 19. 26). Pero durante los cuarenta días en los que él come y bebe familiarmente con sus discípulos (cf. Hch 10, 41) y les instruye sobre el Reino (cf. Hch 1, 3), su gloria aún queda velada bajo los rasgos de una humanidad ordinaria (cf. Mc 16,12; Lc 24, 15; Jn 20, 14-15; 21, 4). La última aparición de Jesús termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf. Hch 1, 9; cf. también Lc 9, 34-35; Ex 13, 22) y por el cielo (cf. Lc 24, 51) donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf. Mc 16, 19; Hch 2, 33; 7, 56; cf. también Sal 110, 1). Sólo de manera completamente excepcional y única, se muestra a Pablo "como un abortivo" (1 Co 15, 8) en una última aparición que constituye a éste en apóstol (cf. 1 Co 9, 1; Ga 1, 16).
Ex 13
1363 En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres (cf. Ex 13,3). En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.
Ex 14, 15-31
1221 Sobre todo el paso del mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, es el que anuncia la liberación obrada por el bautismo: «Oh Dios!, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, para que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón fuera imagen de la familia de los bautizados» (Vigilia Pascual, Bendición del agua: Misal Romano).
COMENTARIOS ADICIONALES
Audiencia General de S.S. Juan Pablo II, Miércoles 12 de julio de 1989
"El fuego siempre está presente en las teofanías del Antiguo Testamento: por ejemplo, con ocasión de la alianza establecida por Dios con Abraham (cf. Gn 15, 17); también en la zarza que ardía sin consumirse cuando el Señor se manifestó a Moisés (Ex 3, 2); e igualmente en la columna de fuego que guiaba por la noche a Israel a lo largo del camino en el desierto (cf. Ex 13, 21-22). El fuego está presente, de manera especial, en la teofanía del monte Sinaí (cf. Ex 19, 18), y en las teofanías escatológicas descritas por los profetas (cf. Is 4, 5; 64, 1; Dn 7, 9, etc.). El fuego simboliza, por tanto, la presencia de Dios. La Sagrada Escritura afirma muchas veces que “nuestro Dios es fuego devorador” (Hb 12, 29; Dt 4, 24; 9, 3). En los ritos de holocausto lo que más importaba no era la destrucción del objeto ofrecido sino más bien el “suave perfume” que simbolizaba el “elevarse” de la ofrenda hacia Dios, mientras el fuego, llamado también “ministro de Dios” (cf. Sal 103/104, 4), simbolizaba la purificación del hombre del pecado, así como la plata es “purificada” y el oro es “probado” en el fuego (cf. Za 13, 8-9).
(Tómado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 4 de febrero de 2022. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1989/documents/hf_jp-ii_aud_19890712.html)
Audiencia General de S.S. Francisco, Miércoles, 2 de mayo de 2018
“…la Biblia describe las intervenciones y las promesas de Dios a través del signo del agua. Aún así, el poder de perdonar los pecados no está en el agua en sí, como explicaba san Ambrosio a los nuevos bautizados: «Has visto el agua, pero no toda el agua sana: sana el agua que tiene la gracia de Cristo […] La acción es del agua, la eficacia es del Espíritu Santo» (De sacramentis 1, 15). Por eso la Iglesia invoca la acción del Espíritu sobre el agua «para que aquellos que en ella reciban el bautismo, sean sepultados con Cristo en la muerte y con Él resuciten a la vida inmortal» (Rito del Bautismo de los niños, n. 60). La oración de bendición dice que Dios ha preparado el agua «para ser signo del bautismo» y recuerda las principales prefiguraciones bíblicas: sobre las aguas de los orígenes se libraba el Espíritu para hacerlas semilla de vida (cf. Génesis 1, 1-2); el agua del diluvio marcó el final del pecado y el inicio de la vida nueva (cf. Génesis 7, 6-8, 22); a través del agua del Mar Rojo fueron liberados de la esclavitud de Egipto los hijos de Abraham (cf. Éxodo 14, 15-31). En relación con Jesús, se recuerda el bautismo en el Jordán (cf. Mateo 3, 1 3-17), la sangre y el agua derramados de su costado (cf. Juan 19, 31-37), y el mandato a los discípulos de bautizar a todos los pueblos en el nombre de la Trinidad (cf. Mateo 28, 19). Fortalecidos por tal recuerdo, se pide a Dios infundir en el agua de la pila la gracia de Cristo muerto y resucitado (cf. Rito del bautismo de los niños, n. 60). Y así, esta agua viene transformada en agua que lleva en sí la fuerza del Espíritu Santo. Y con esta agua con la fuerza del Espíritu Santo, bautizamos a la gente, bautizamos a los adultos, a los niños, a todos.”