Día 110: David contra Goliat
Evento clave 37: David: David mata a Goliat (1 Samuel 17 1-31)
contra todos los pronósticos, el joven David mata a Goliat, un guerrero gigante de los filisteos. Estos habían sido por siglos un dolor de cabeza para Israel. Solo con David Israel comienza a vencerlos.
INTRODUCCIÓN
Hoy veremos cómo David sirve a Saúl. Saúl fue elegido como el primer rey de Israel, pero también vimos cómo el corazón de Saúl está dividido y no está dedicado totalmente al Señor. También vimos como su desobediencia prepara todo para que él caiga, y a la vez, gracias a su desobediencia, el Señor tiene un nuevo ungido, un nuevo mesías.
La palabra "Mesías", nos explicaba el P. Dempsey en el programa 106, significa “El ungido con aceite”, que en griego es "el Cristo". Es decir, que todos estos que se están ungiendo, son la familia mesiánica. Por eso el Ungido, el Mesías, va a venir de la familia de David, pues ahora el trono se le da a David y se va a remover del trono a Saúl.
David es un hombre que tiene el corazón según el corazón de Dios, y es a quien Dios le ha prometido una dinastía eterna de la cual saldría el Ungido.
Cuando Samuel unge a este joven David como rey, el Espíritu del Señor se posa sobre él. Es así como David, con una honda, con unas piedras especiales que ha tomado y gracias a esta fe, él puede derrotar a Goliat, el gigante filisteo.
Aunque David ha derrotado a Goliat y Saúl debería estar feliz y orgulloso, esto hace que David más adelante, tenga que huir por los celos y del deseo de Saúl de acabar con su vida.
Hoy leeremos 1 Samuel, capítulo 17 y el Salmo 12. Este es el día 110.
PUNTOS CLAVE
Saúl no había podido dar la batalla, tenía un pueblo que estaba atemorizado, todos tenían miedo de qué iba a pasar con los filisteos, con Goliat y Dios ha elegido a David para suceder a Saúl, y es por eso que Samuel fue a Belén para ungir a David como rey de Israel, mientras que Saúl sería abandonado por Dios.
Vemos a David en la corte tocando el arpa y ayudando a Saúl a que se calme de sus espíritus malos.
David definitivamente es el hombre que Dios ha escogido para él; da esta misión a David de enfrentar a Goliat. David tiene una gran confianza en Yahvé, es por eso que David vence al gigante Goliat. Esta historia nos deja varias enseñanzas espirituales. Por ejemplo, el gigante puede ser un símbolo de que estamos siempre luchando contra cosas que parecieran superar nuestras fuerzas.
Saúl se engaña a sí mismo por su poderío. Esto nos enseña que a veces el poder y los vicios nos hacen pensar que nos hacen fuertes, pero simplemente es una ilusión. David en cambio, es un muchacho. Nos puede representar a los que a veces creemos al Señor y nos enfrentamos ante el mundo, ante las tentaciones, ante el mismo demonio. Pero más que amar las cosas del mundo tenemos que amar a Dios y, cuando amamos a Dios, tenemos victoria. Y eso lo vimos ya en todos los capítulos que hemos leído, tanto en este libro de Samue, como en toda la historia de los jueces. Hemos aprendido que para poder vencer tenemos que confiar en Yahvé.
En la historia de Jericó, el Señor manda a los sacerdotes que durante siete días den vuelta alrededor de las murallas y que no digan nada. Algo tan inofensivo termina tumbando las murallas y permite a los israelitas entrar en Jericó.
Hoy con el más pequeño de todos —que no es ni siquiera capaz de cargar la armadura, la espada— el Señor derriba al gigante Goliat. ¿A cuántos gigantes tenemos que derribar hoy en nuestras vidas? Tal vez al alcohol, a la pornografía, a la infidelidad, a la mentira, a la gula, a la avaricia, tantas cosas que a veces parecen más grande que nosotros y pensamos que no estamos preparados para la batalla. Pensamos que tal vez tenemos que tener más armas, que tenemos que buscar más recursos. Y se nos olvida que Dios ya nos ha enseñado que Él es nuestro único y verdadero recurso para cada una de las batallas que hay en nuestras vidas. Que por grande que sean nuestros adversarios, no nos olvidemos que el Señor nos ha venido entrenando, como le pasó con David.
Todos tenían miedo y no sabían que el Señor había entrenado a David con el oso, con el león, con quienes él ya había salido victorioso, para salvar al rebaño. Hoy David salva al rebaño de Israel, donde Dios es el pastor y ha escogido a un hombre que tiene corazón de pastor para sacar el pueblo adelante. Esto nos recuerda que el pastor entrega la vida por sus ovejas, como vimos en el Evangelio de Juan. Y vimos cómo Jesús no solamente dice que “Él es el Pastor” sino que “Él es la Puerta”, que Él es el que da la vida por sus ovejas.
Hoy, David dio una gran lección, el pequeño pastor que da la vida por su pueblo y sale en victoria, porque con Yahvé siempre hay victoria. No lo dudes por un momento, no tengas miedo. Como David, toma tal vez las pocas armas que tienes en la mano, pero son las que tienes. Muchas veces decimos: "Pero con esta familia que tengo, con este trabajo que tengo, con estos recursos que tengo, no es suficiente". David no pidió nada extra, tomó lo que tenía y de todo lo extra que le habían dado, dijo: “No es de mi tamaño, no es lo que se hizo para mí. Daré la batalla con lo que yo sé manejar, con lo que tengo que, aunque parece poco, si lo pongo en las manos de Yahvé, es mucho.”
Goliat se burló de él, Goliat lo maldijo y en cambio David, simplemente dijo: “Con lo que traigo te venceré, porque lo que traigo es la fuerza de Yahvé el Dios de Israel.” Una sola piedra, golpeó la frente de Goliat, quien cayó.
Hoy lánzate al mundo en el nombre del Señor, lanza tu piedra, rompe todo aquello que no da la libertad, todo aquello que te ha oprimido, llevan cuarenta días oprimido este ejército, tenían miedo de dar la pelea pero, este joven en nombre de Yahvé, dió la pelea y salió vencedor.
Tú ¿a quien tienes que vencer hoy? ¿Qué es esa fuerza? ¿Qué es aquello que te está quitando la alegría? ¿Qué es aquello que no deja que tu familia salga adelante (que haya perdón, que haya reconciliación, qué estén juntos)? Cualquier cosa que sea, recuerda que con lo poquito que tienes, son suficientes armas para dar la pelea, porque no la darás tú, sino que la dará Yahvé. Lanza esa piedra y sal vencedor hoy en el nombre de Yahvé.
ORACIÓN FINAL DE Fr. SERGIO
"Y antes de terminar, no te olvides de hacer una oración por mí. Para que sea fiel a este ministerio de compartir la palabra, de leerla, de explicarla. Para que pueda vivir con fe, esto que leo, esto que explico. Para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!"
COMENTARIOS ADICIONALES
Papa Francisco. Misas Matutinas en la Capilla de la Domus Sanctæ Marthæ. Martes 19 de enero de 2016.
Santo y pecador
A pesar de los pecados, todo hombre ha sido elegido para ser santo. Es el mensaje de consolación y de esperanza ofrecido por el Papa Francisco en la misa celebrada en Santa Marta el martes 19 de enero. Quien sugirió la reflexión fueron las vicisitudes del rey David, el «santo rey David», figura central en la liturgia de estos días, que presenta pasajes tomados del libro de Samuel.
Después de haber visto cómo el Señor había «rechazado a Saúl porque tenía el corazón cerrado», y había pensado en otro rey porque este no le había obedecido. En la primera lectura (1 Sam, 16 1-13) se encuentra la narración de cómo «fue elegido» el rey David. Se lee, por lo tanto, que Dios se dirige a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar sufriendo por Saúl, cuando soy yo el que lo ha rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino». El profeta intenta resistir temiendo la venganza de Saúl, pero el Señor le invita a ser «astuto» y a simular un simple acto de culto, un sacrificio: «toma una novilla y ve».
De aquí inicia, explicó el Pontífice, la narración de lo que fue «el primer paso de la vida del rey David: la elección». En la Escritura se lee, por lo tanto, que Jesé «presenta a sus hijos» y que Samuel ante el primero dice: «Seguro que está su ungido ante el Señor». Veía ante sí, en efecto, subrayó Francisco, «un buen hombre». Pero el Señor replicó a Samuel: «No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón». He aquí, por lo tanto, la primera lección: «Nosotros somos tantas veces esclavos de las apariencias, esclavos de las cosas que aparecen y nos dejamos llevar por estas cosas: “Pero esto parece...” Pero el Señor es la verdad».
La narración continúa, «pasan los siete hijos de Jesé y el Señor no ha elegido a estos», de modo que Samuel pregunta a Jesé si le había presentado a todos los hijos. Y Jesé revela que, en realidad, «Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño». De nuevo el contraste entre apariencia y verdad: A los ojos de los hombres —comentó el Pontífice— este pequeño no contaba».
Sucede que, habiendo hecho traer al muchacho, el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo». Y, sin embargo era el más pequeño, el que a los ojos del papá no contaba» y «no porque el papá no lo amase», sino porque pensaba «¿cómo Dios escogerá este muchacho?». No consideraba que «el hombre ve la apariencia, y en cambio el Señor ve el corazón». Así «Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante» toda su vida «fue la vida de un hombre ungido por el Señor».
Se podría uno preguntar: «Entonces el Señor lo hizo santo?». La respuesta de Francisco es neta: «No, el rey David es el santo rey David, esto es verdad, pero santo después de una larga vida», llegó, en efecto, a una edad respetable, «aunque también una vida constelada de varios pecados». David fue «santo y pecador». Era «un hombre que supo unir el Reino, supo llevar adelante el pueblo de Israel» y también un hombre que «tenía sus tentaciones» y cometió pecados. David, incluso, «fue un asesino» que, «para cubrir su lujuria, el pecado de adulterio» mandó matar. Precisamente él. Tanto que uno se pregunta: «¿Pero el santo Rey David mató?». Es cierto, pero también es cierto que cuando Dios envió al profeta Natán para hacer «ver esta realidad» a David que «no se había percatado de la violencia que había ordenado»; el mismo David «reconoció: “He pecado” y pidió perdón».
Así la vida del rey David «siguió adelante» llena de luces y sombras. Sufrió «en su carne la traición del hijo, pero jamás usó a Dios para vencer una causa propia».
Esbozando la figura del santo y pecador, Francisco recordó cómo en el «momento tan difícil de la guerra», cuando debió «huir de Jerusalén» David tuvo la fuerza de regresar el arca: «No, Señor, que se quede allá; no usaré al Señor en mi defensa». Y aún, cuando encontró a quien le decía «hombre sanguinario» él detuvo a uno de los suyos que quería matar a quien le insultaba diciéndole: «Si este me insulta, el Señor le ha dicho que me insulte». En efecto, «en su corazón David sentía: “Me lo merezco”, por ello ordenó: “Dejadlo, quizá el Señor tendrá compasión de mi humillación y me perdonará aún más». En su vida misma David conoció también «la victoria», y la gran «magnanimidad» que lo llevó a no matar a Saúl aun pudiendo hacerlo. En definitiva, concluyó el Pontífice, «¿pero este es el santo Rey David? Sí, santo, elegido por el Señor, elegido por el pueblo de Dios»; fue también «un gran pecador, pero un pecador arrepentido». Y comentó: «a mí me conmueve la vida de este hombre y me hace pensar en la nuestra». En efecto, «todos nosotros hemos sido elegidos por el Señor en el Bautismo, para estar en su pueblo, para ser santos»; todos hemos sido consagrados por el Señor, en este camino de la santidad», sin embargo, concluyó Francisco, leyendo la historia de este hombre —un «recorrido que comienza de muchacho y sigue adelante hasta un hombre anciano»— que ha hecho tantas cosas buenas y otras no tan buenas, «me viene el pensar que en el camino cristiano», en el camino que el Señor invita hacer, «no hay un santo sin pasado, ni tampoco un pecador sin futuro».
(Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 4, viernes 29 de enero de 2016. Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 28 de abril de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160119_santo-y-pecador.html)