Día 19: José y sus hermanos
Evento clave 13: José es vendido como esclavo (Génesis 37: 12-36)
José, el undécimo y favorito hijo de Jacob (Israel), cae víctima de la ira de sus hermanos mayores, quienes lo venden como esclavo en Egipto. Joseph, acusado falsamente, es encarcelado, solo para llegar al poder gracias a su capacidad para interpretar los sueños. A través de él, la providencia de Dios salva a muchas personas del hambre, incluso a sus propios hermanos.
INTRODUCCIÓN
"Estaremos leyendo el capítulo 37 del Génesis. Es una historia de amor. José, que es amado por su padre Jacob. Pero no todas las historias de amor son bonitas, porque a veces el amor también crea envidias, desamor y vamos a ver como este hermano es odiado por su propia sangre. Pero dios le ha dado un regalo muy especial. Él tiene sueños. Puede interpretar los sueños. Hoy Jacob envía a José a que visite a sus hermanos y estos lo quieren matar, conspiran contra él y terminan en una acción muy penosa: venden a su hermano con tal de salir de él. Pero no solo termina ahí la historia, sino que estos hijos engañan a su padre, quienes han vendido a su hermano." (Fray Sergio)
ORACIÓN INICIAL
"Padre de amor y misericordia cuánto tenemos que hacer aún, cuánto tenemos que hacer por aquellos que están a nuestro lado y, a veces, parecen invisibles. Que podamos siempre extender nuestra mano para no caer así en la trampa que nos pone el mundo, el cual nos dice que hay gente desechable, que hay gente que no vale la pena, pero para ti todos tenemos valor, para ti todos somos importantes, para ti cada vida cuenta: la de los pequeños, la los ancianos, la de los niños. Por eso hoy, Señor, quiero pedirte a ti que haces elocuente la lengua a los niños, que eduque también la mía y que infundas en mis labios la gracia tu bendición que es la del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y a ti que estás escuchando este podcast te invito para que pidamos juntos ese espíritu santo que abre nuestras mentes y que abre nuestro corazón, para que podamos gozar de la palabra de Dios hoy en nuestras vidas." (Fray Sergio)
PUNTOS CLAVES
¡Qué historias las de hoy! Del Génesis nos tocó un solo capítulo, pero es un capítulo muy importante para nosotros porque muchas personas lo comparan con la persona de Jesucristo, vamos a hacer un recuento de qué se trató este capítulo del día de hoy. El hijo que es favorito, el hijo que tiene sueños pero a la vez es el hijo que es vendido y que causa tristeza a Israel, a Jacob.
Esta es la historia de Israel, de sus hijos y se nos cuenta cómo José siendo muy joven tenía sus sueños y parecía que era un poco inocente y contaba estos sueños a sus hermanos y a sus padres lo cual causaba gran revuelo y gran envidia entre sus hermanos porque no podían imaginarse todos ellos doblándose y postrándose ante su hermano menor ¿Cuántas veces nos pasa a nosotros también que vemos que nuestro hermano menor va surgiendo y que tal vez le va mejor que nosotros? Yo pienso que, en vez de entristecernos y sentir envidia, deberíamos alegrarnos porque ya hay alguien al que le está yendo bien y así podemos salir todos adelante. Sería más un motivo de alegría que un motivo de envidia; más un motivo de alegría que un motivo de tristeza.
Hoy vemos qué los sueños y lo que este pobre muchacho ambiciona hace que sus hermanos le guarden rencor y su padre, una vez más, inocentemente le dice a su hijo: “Oye, José, ve a mirar a tus hermanos y al ganado y todo lo que nosotros tenemos en nuestros rebaños. Ve a ver si están pastando y si están apacentando estas ovejas” y José dice “Sí, listo, yo estoy listo para hacerlo”. Y arranca (va en camino). Sus hermanos al verlo, dicen, “ahí viene este, el que no queremos y tienen esta conspiración en contra de su hermano y, algo muy difícil, piensan en matarlo. Y Rubén, que no estaba muy bien parado (no tenía buena imagen) en los capítulos anteriores, hoy sale como el gran héroe que va a liberar a su hermano y hace que lo echen a un pozo, pero no permite que le quiten la vida. Y nos damos cuenta cómo estos hermanos no quieren que este jovencito regrese a su padre. Les importa muy poco el dolor de su padre, les importa muy poco el dolor de su hermano. Lo único que les importa es tener sus propios egos lo más alto posible y no dejarse humillar por nadie, y terminan vendiendo a su propio hermano por unas cuantas monedas.
Esto nos recuerda a Jesús que también fue vendido, que alguien sintió envidia, que no quería verlo trabajando en favor de sus hermanos, de alguien que tal vez pensó que no sería muy agradable postrarse ante un carpintero, ante un hombre que tal vez parece débil y lo vende también por unas cuantas monedas y ese hombre se llama Jesús de Nazaret. Este José me recuerda un poco de esa historia de Jesús, que la estaremos viendo más adelante. Pero regresemos un poco atrás.
Hoy a Jesús lo vemos la parte de José, pero José es vendido, igual que Jesús es vendido por unas cuantas monedas. José es el hijo amado de Israel. Jesús es el hijo amado del Padre. Yo quisiera pensar que nosotros no vendemos a Jesús, pero tal vez, de vez en cuando tenemos esta misma actitud. Lo vendemos y no tenemos nada que perder. Decimos “se pierde más si no somos felices” y perdemos a Jesús fácilmente por algo que llamamos nuestra felicidad, así como estos hermanos se sentían felices de sacar de su vida a José. Tal vez nosotros, a veces, sentimos esa misma felicidad cuando Jesús sale de nuestras vidas, y no nos damos cuenta que nuestra felicidad es incompleta y que estamos dañando la felicidad de muchos más. Cuando sus hermanos regresan, su padre se viste sayal y llora amargamente. Está desconsolado ¿Cuántas veces no hemos causado ese mismo desconsuelo cuando despreciamos a alguien? ¿Cuánto daño no hemos hecho cuando hemos lastimado a uno más pequeño que nosotros, porque ese "uno" que hemos lastimado también tiene familia, también tiene personas que lo aman y que lo van a llorar y que sufren con su dolor?
Por otro lado tenemos hoy a Job, que definitivamente no pierde la esperanza, que sabe que Dios es el todopoderoso y que con Dios lo único que tenemos es ganancia. No se pierde nada, porque de él es todo. Entonces, ¿qué podemos perder? Nada, porque nada nos pertenece. Todo le pertenece a Dios. Un hombre que nos llena de esperanza y tal vez era la esperanza que necesitaba Israel en ese momento, pero que no era claro para él.
RECAPITULANDO
El capítulo 37 del Génesis nos habla de cómo los hermanos venden a José porque era el preferido de su papá, Jacob/Israel. ¿Cuántas veces no somos nosotros también presas de la envidia hacia nuestros hermanos a quien tal vez le va mejor que a nosotros?
En el lenguaje de la tipología, José viene a ser un tipo de Jesús. Hay muchas similitudes entre la historia de José y la de Jesús.
¿Cuántas veces no hemos causado desconsuelo a una persona cuando la despreciamos? ¿Cuánto daño no hemos hecho cuando hemos lastimado a uno más pequeño que nosotros, sin tomar en cuenta que esa persona tiene seres que le quieren a quienes les duele lo que le pase?
ORACIÓN FINAL
"Oren por mí, para que yo pueda ser fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe cada uno las cosas que comparto con ustedes, las que leemos, para que les puede enseñar siempre la verdad y para que yo también pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. No olviden que hoy pueden alabar, bendecir y predicar con la palabra de Dios." (Fray Sergio)
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Gn 37, 11
2538 El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la envidia. Cuando el profeta Natán quiso estimular el arrepentimiento del rey David, le contó la historia del pobre que sólo poseía una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico que, a pesar de sus numerosos rebaños, envidiaba al primero y acabó por robarle la oveja (cf 2 S 12, 1-4). La envidia puede conducir a las peores fechorías (cf Gn 4, 3-7; 1 R 21, 1-29). La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (cf Sb 2, 24). «Luchamos entre nosotros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros [...] Si todos se afanan así por perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? [...] Estamos debilitando el Cuerpo de Cristo [...] Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo harían las fieras» (San Juan Crisóstomo, In epistulam II ad Corinthios, homilía 27, 3-4).
2539 La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal: San Agustín veía en la envidia el “pecado diabólico por excelencia” (De disciplina christiana, 7, 7). “De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad” (San Gregorio Magno, Moralia in Job, 31, 45).
2540 La envidia representa una de las formas de la tristeza y, por tanto, un rechazo de la caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia. La envidia procede con frecuencia del orgullo; el bautizado ha de esforzarse por vivir en la humildad: «¿Querríais ver a Dios glorificado por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello Dios será glorificado por vosotros. Dios será alabado —se dirá— porque su siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegría en los méritos de otros» (San Juan Crisóstomo, In epistulam ad Romanos, homilía 7, 5).
Gn 37, 19-22
2258 “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, intr. 5).
2303 El odio voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño grave. “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial...” (Mt 5, 44-45).
COMENTARIOS ADICIONALES
Gn 37, 5-11 - Los sueños de José
"En la historia de José, los sueños tienen gran importancia (cfr caps. 40-41). Éstos no son, como en los capítulos anteriores, vehículo de revelaciones divinas, sino simple medio de adivinación del futuro. Sin embargo, a través de ellos se descubre la providencia de Dios que guía los acontecimientos.
El mismo Jacob queda sorprendido al darse cuenta del significado de los sueños de su hijo, y reprende a José pensando que aquello puede ser una pretensión infundada. Sin embargo, el patriarca permanece en actitud reflexiva, abierto a lo que pueda suceder aunque no lo comprenda todavía. Muy distinta es la reacción de los hermanos de José, quienes, pretendiendo hacer fracasar el anuncio contenido en los sueños, actúan perversamente. Pero Dios sabrá sacar de aquel mal un gran bien para todos ellos, y llevar a cabo su plan providencial precisamente a través de aquel comportamiento injusto. Bajo los sueños narrados en este pasaje, San Ambrosio ve reflejada «la futura resurrección de Cristo, a quien, cuando le vieron en Jerusalén, lo adoraron los once discípulos, y a quien adorarán todos los Santos cuando resuciten llevando los frutos de las buenas obras, como está escrito: “Vienen con alegría llevando sus gavillas” (Sal 125,6)» (De Ioseph 2,7).” (Tomado de la Sagrada Biblia Universidad de Navarra, Edición Latinoamericana. Versión electrónica)
Gn 37,12-36 - José vendido como esclavo
"Este episodio muestra el horrible crimen que representa matar al hermano, y la sucesión providencial de los acontecimientos para que José llegue a Egipto. En el relato se reflejan dos fuentes distintas: en una se resalta la intervención de Judá (v. 26), en la otra, la de Rubén. La verdadera clave de los acontecimientos viene al final de la historia: «Vosotros —dice José a sus hermanos— planteasteis el mal contra mí, Dios lo planeó para el bien» (50,20). A la luz de todo el conjunto se ve cómo se cumple el plan de Dios: «José, comenta San Gregorio, fue vendido por sus hermanos porque no querían adorarlo; pero así precisamente llegaron a adorarle, porque fue vendido. (…) De igual forma, cuando se quiere evitar la voluntad divina, entonces se cumple» (S. Gregorio Magno, Moralia 6,18,29).” (Tomado de la Sagrada Biblia Universidad de Navarra, Edición Latinoamericana. Versión electrónica)