Día 60: Las trompetas de Israel
INTRODUCCIÓN
Hoy vamos a ver algo muy interesante. Pero quisiera recordar lo que leíamos ayer un poquito. Y pensaba un poco en que, igual que los levitas, tú y yo debemos pensar y buscar que el cese total del trabajo, cuando ya nos retiramos, cuando llegamos a la vejez, no sea del todo. Tal vez tengamos que abandonar nuestra posición. Sí, y lo vivo aquí en mi casa —que vivo con bastantes sacerdotes ya mayores. Ellos no tienen las mismas obligaciones. No han abandonado sus posiciones. Ya no están en las mismas posiciones, pero tienen unas grandes habilidades y tienen una sabiduría que siguen siendo extremadamente valiosas. Es más, a ellos les pregunto muchas de las cosas que uso aquí para el podcast.
Lo cual nos dice que no importa nuestra edad. Podemos seguir sirviendo a otros en nuestra manera profesional o de liderazgo o de organización o de comité o en cualquier otra manera. Podemos asesorar, podemos entrenar, podemos enseñar o preparar a los que vienen detrás de nosotros, mostrarles cómo se hacen las cosas. Y de esta manera que ayudamos a los demás y no estamos en la misma posición que antes, ya vamos a poder invertir un poco más de tiempo en nuestra familia.
Y esperemos que no sea demasiado tarde para eso, porque muchas personas me dicen; se me fue el tiempo y la vida trabajando y no pude conocer a mis hijos. Ya los vi de adultos y nunca pude disfrutar su infancia, nunca pudo disfrutar la vida de mis niños adolescentes. Por eso, muchos abuelitos a veces se pegan más a los nietos que a los hijos, ¿no? Porque es una es una manera linda de repetir todo esto que tal vez no se pudo hacer con delicadeza con sus hijos.
Vemos que es una gran oportunidad, la de bendecir cuando entrenamos a alguien más, cuando entrenamos a los más jóvenes. Así que hay gran satisfacción en la vida cuando damos de lo que nosotros hemos recibido y podemos centrar los demás.
Por otro lado, también vimos que los que obedecen con gozo a Dios, que son contrarios a todo lo que es la arrogancia, prosperan más. No dejemos que la prosperidad nos vuelva arrogantes porque hay un gran peligro. Y es que nos creamos autosuficientes. Por eso, nos lo decían ayer: no dejemos que nuestro corazón se desvíe. El Deuteronomio es bastante claro con eso. Cuando alguien ve que su negocio, su carrera o sus proyectos, sus investigaciones, todo va creciendo y teniendo mucho éxito. Y saben que, por supuesto, se han sacrificado, que han hecho un trabajo bastante fuerte, y hace que todos nos sintamos orgullosos de ellos, no debemos permitir que ese orgullo se convierta en arrogancia. Así que hoy tendremos más y más bendiciones.
Estaremos leyendo Números capítulo 10, Deuteronomio capítulo 9 y también estaremos con el Salmo 10. Este es el día 60.
ORACIÓN INICIAL
Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas, o mejor, pidamos juntos hoy que el Espíritu Santo nos abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos seguir gozándonos de esta palabra de Dios en nuestras vidas el día de hoy.
PUNTOS CLAVES
Estamos con el capítulo 10 de Números, que es maravilloso, y también con el capítulo 9 del Deuteronomio. No sé si a ustedes les está gustando el Deuteronomio, pero a mí me encanta. Y Dios quiere que le atribuyamos el éxito de nuestras habilidades solamente a él. Pues nuestros esfuerzos son vacíos si él no está con nosotros. No podemos olvidarnos de que nuestras habilidades y nuestra propia vida viene de Dios. No nos pertenecen a nosotros. Todo le pertenece a él. Y hay que decirle: “Gracias, Señor, porque me has dado estos regalos, estas habilidades, porque tú eres grande y maravilloso y me tocas y me llenas de tantas cosas lindas”.
No nos dejemos ilusionar por la autosuficiencia y el individualismo que hoy hay en el mundo, que reina, que hace que nuestro corazón se endurezca y que pensamos que todo lo merecemos, que nosotros somos capaces de todo y que no necesitamos de Dios. Para esto es importante que tú y yo adoremos siempre a Dios de manera correcta y que le digamos: “Señor, todo lo que tengo es tuyo. Todo te lo doy, pues tú me lo has dado”. Y ¿por qué no devolverlo al dueño? “Si todo esto es tuyo”.
No dejemos que nuestro corazón se engría, que crezca con una arrogancia innecesaria. Porque ya sabemos que todo le pertenece al Señor. ¿Por qué adueñarnos de algo que no es nuestro? Digámosle al Señor qué tan agradecidos estamos de su amor, de su misericordia.
Recordemos que en el capítulo 9 de Números veíamos la celebración de la Pascua, es decir que salíamos del pecado a la vida nueva, a una vida de libertad. Y hemos visto ahora cómo el pueblo se empieza a mover. Y se empieza a mover porque sale del Sinaí y va camino a la Tierra Prometida. El Señor le promete que le va a dar la victoria. Pero, no por la fuerza que ellos tengan sino porque le va a quitar a otros la tierra y las bendiciones porque se han portado mal, porque no son merecedores. Y a Israel se la va a dar, no porque tengan mucha ventaja sobre los otros —porque son también de dura cerviz— y lo escuchamos hoy una y otra vez. A veces decimos: “¿Pero el Señor, cómo bendice a esta persona tan necia o cómo le da tanto a esta otra persona?" Y me hace pensar en tantos hogares donde la mamá al hijo más necio siempre le guarda su comidita, al hijo más rebelde lo consciente un poquito más, esperando a ver si cambia, si todo este amor lo transforma, y tarde o temprano ese amor de madre, transforma.Dios ha tenido tanta paciencia con nosotros y con este amor de Padre confía en que tú y yo mañana nos transformemos, que cambiemos, que cambie nuestro corazón. Pero, para esto tenemos que purificarnos.
Hoy nos dimos cuenta que, aunque no estábamos purificados, hay que participar de la Pascua. No hay excusa para no participar de la Pascua. No hay excusa para olvidar que es el Señor que nos ha sacado la esclavitud y que nos lleva a una vida de libertad. Hay días en que deberíamos recurrir un poco más a la palabra de Dios, que deberíamos recurrir más a la autoridad que tiene Jesús en nuestras vidas. Y decirle: “Jesús, ven, ayúdame, muéveme, ayúdame a romper todas estas cadenas que me atan, que no me dejan ser libre. Quiero ser libre. Quiero entregarme. Quiero hacer esa Pascua una vez más, romper el pecado y empezar una vida nueva, ser fiel a ese Dios que es maravilloso, que es grande; el cual en la noche me ilumina y en el día me guía, así como guía va al pueblo por el desierto.”
El Señor es nuestra luz, es nuestra salvación. Por eso, nos ha dado el Espíritu Santo para que nosotros nos movamos. Y aunque pensemos que los violentos, que los criminales, que los ladrones van ganando; no, no es así. Dios no se va a olvidar y lo decía el salmo: “Dios se esconde un poquito o no lo vemos, pero no desprecia nuestra oración”. Y él sabe que la ambición de algunos malvados al que de tenerla en algún momento. Así que, como decía hoy el Salmo, no vacilemos, que nuestra boca hable de las bellezas que Dios ha hecho a nuestra vida, que no dejemos que la boca de los malvados nos intimide, que nos quiten la alegría.
Pidámosle a Yahvé, a nuestro Dios, que extienda su mano, que no se olvide de los desdichados, de los que son los que están siendo despreciados. Digámosle al Señor que venga y nos traiga nuevamente la paz, que nos traiga la justicia, que nos guíe, que nos ilumine, que suenen las trompetas una vez más para que nos movamos en victoria con este Dios que camina con nosotros en medio de las dificultades, en medio de nuestro desierto. Que, por la mañana, temprano, levantemos nuestras voces al Señor. Que en la noche antes de acostarnos levantemos nuestras voces al Señor y que le digamos: “Gracias por todo lo que has hecho por nosotros este día. Gracias porque sin merecerlo, nos bendijiste una vez más, nos diste la vida, la salud, el trabajo, las oportunidades, la familia, nos diste un día más. Por todo esto, gracias, Señor”.
ORACIÓN FINAL
Y a ti no se te olvide que hay un favor que tenemos en común: yo oro por ustedes y ustedes oran por mí; para que yo sea fiel a este ministerio, para que ustedes también sean fieles a la ley de Dios, a sus mandamientos. Pidan por favor para que yo pueda vivir con fe lo que leo y lo que comparto con ustedes, para que pueda enseñar siempre la verdad, y para que yo también pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios los bendiga!
PARA MEDITAR
Reza hoy con la oración de entrega que Fray Sergio nos compartió:
“Jesús, ven, ayúdame, muéveme, ayúdame a romper todas estas cadenas que me atan, que no me dejan ser libre. Quiero ser libre. Quiero entregarme. Quiero hacer esa Pascua una vez más, romper el pecado y empezar una vida nueva, ser fiel a ese Dios que es maravilloso, que es grande; el cual en la noche me ilumina y en el día me guía, así como guía va al pueblo por el desierto.”
COMENTARIOS ADICIONALES
Dt 10, 16 - La circuncisión del corazón
Papa Francisco. Audiencia General. Biblioteca del Palacio Apostólico. Miércoles, 1 de abril de 2020
"¿Pero qué significa corazón “puro”? El puro de corazón vive en la presencia del Señor, conservando en el corazón lo que es digno de la relación con Él; sólo así posee una vida “unificada”, lineal, no tortuosa sino simple.
El corazón purificado es, por lo tanto, el resultado de un proceso que implica una liberación y una renuncia. El puro de corazón no nace así, ha vivido una simplificación interior, aprendiendo a negar el mal dentro de sí, algo que en la Biblia se llama circuncisión del corazón (cf. Dt 10:16; 30,6; Ez 44,9; Jer 4,4).
Esta purificación interior implica el reconocimiento de esa parte del corazón que está bajo el influjo del mal: —“Sabe, Padre, siento esto, veo esto y está mal”: reconocer la parte mala, la parte que está nublada por el mal — para aprender el arte de dejarse siempre adiestrar y guiar por el Espíritu Santo. El camino del corazón enfermo, del corazón pecador, del corazón que no puede ver bien las cosas, porque está en pecado, a la plenitud de la luz del corazón es obra del Espíritu Santo. Él es quien nos guía para recorrer este camino. Y así, a través de este camino del corazón, llegamos a “ver a Dios”."
(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 1 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2020/documents/papa-francesco_20200401_udienza-generale.html)
Juan Pablo II. Audiencia General. Miércoles 2 de enero de 1991
"Antes de la venida del Espíritu Santo, la comunión con el Dios verdadero en la Alianza divina no era accesible de modo igual a todos los pueblos. Lo observa la carta a los Efesios, dirigiéndose a los cristianos que pertenecían a los pueblos paganos: «Recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados incircuncisos por la que se llama circuncisión, (...) estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la Promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Ef 2, 11-12). Para entrar de algún modo en la alianza divina, era preciso aceptar la circuncisión y adoptar las observancias del pueblo judío, apartándose, por tanto, del pueblo al que pertenecían.
Ahora, en cambio, la comunión con Dios no requiere ya estas condiciones restrictivas, porque se lleva a cabo «por medio del Espíritu». Ya no existe ninguna discriminación por motivo de raza o de nación. Todas las personas humanas pueden «ser morada de Dios en el Espíritu» (Ef 2, 22).
Este cambio de situación había sido anunciado por Jesús en su conversación con la samaritana: «Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran deben adorar en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23-24)."
(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 1 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1991/documents/hf_jp-ii_aud_19910102.html)