Día 8: La Entrega de Abrahán
INTRODUCCIÓN
En los capítulos que leímos anteriormente, vimos cómo Dios llamó a Abrán fuera de su tierra y le hizo la promesa de que su descendencia sería tan numerosa como el polvo de la tierra (Gn 13, 16) o las estrellas en el cielo (Gn 15, 5). El problema es que Abrán y su mujer están avanzados en años. Él tiene ya 100 años y Saray, su mujer, tiene 90 ¿Cómo van a tener un hijo? Humanamente parece imposible. Pero sabemos que para nuestro Dios nada es imposible. Yahvé vuelve a ratificar su promesa a Abrán diciéndole que tendrá un hijo de sus entrañas (Gn 15, 4). Saray se impacienta y decide tomar cartas en el asunto dándole su esclava, Agar, a Abrán. De esta unión nació Ismael. Pero éste no es el hijo de la promesa. Ya veremos que cuando decidimos hacer las cosas a nuestra manera y no a la manera de Dios, los resultados pueden complicarnos la vida. Veremos otro detalle interesante: Dios le cambia el nombre al patriarca de "Abrán" (padre excelso) a "Abrahán" (padre de multitudes) y a su mujer de Saray (princesa) a Sara (mi princesa, aunque varios biblistas coinciden en que ambos nombres significan lo mismo). En lenguaje bíblico el cambio de nombre está muy relacionado con el cambio en la vocación o la misión de la persona. Hoy también leeremos sobre la alianza entre Dios y Abrahán, al cual le es dado el mandato de circuncidar a todo varón a partir de los 8 días de nacido. De ahora en adelante el pueblo escogido de Dios llevará en su carne la marca de esta alianza con Dios. Prestemos atención que ahora nosotros, bajo la Nueva Alianza en la sangre de Jesucristo, hemos sido también "circuncidados", pero llevamos la circuncisión en el corazón por las aguas del bautismo (Rm 2, 29). (Vee Salazar)
ORACIÓN INICIAL
"Padre Misericordioso, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti, te invito para que le pidas al Espíritu Santo que abra tu mente y tu corazón, para que puedas gozar de esta Palabra de Dios." (Fray Sergio)
PUNTOS CLAVES
Continúan las historias fascinantes de Abrán y Job. Abrán hoy cambia su nombre a Abrahán. Y su esposa Saray a Sara. Job sigue con problemas, quieren subirle la moral, pero él no ve, no ve, no ve soluciones, el solo quiere morir. Y creo que muchos de nosotros, a veces, cuando nos están llegando los problemas hasta el techo, sentimos que la mejor escapatoria es morir. Incluso, muchos de los filósofos alemanes siempre hablaban de eso, que la manera más fácil de escapar era el suicidio, el morir. Y Cristo viene y nos dice: “No, el mejor problema que tú puedes encontrar es aquel que te ayuda a ser mejor y yo estoy aquí porque yo soy el camino, la verdad y la vida y yo te ayudo a salir de esta situación”. Así que, más bien, centrémonos hoy en ser instrumentos de esperanza con aquellos que están perdiendo la esperanza por problemas, por situaciones difíciles, como es Job.
Job está hasta la coronilla de problemas y Abrahán no es la excepción. Le prometen que va a ser padre de un pueblo, pero no puede concebir, no tiene un hijo; y ahora tiene el hijo con la esclava. Y se vienen los problemas entre la esclava y la señora de la casa. Como hemos visto problemas, tal vez, en el barrio, en la familia, en el pueblo, en la ciudad, nada diferente a nuestra realidad de hoy. Los problemas, el desprecio con el hijastro, con el que ha llegado y darle la preferencia al hijo que es de este lugar o de este nacimiento. En este caso, hoy será de Abrán y de Saray, que serán Abrahán y Sara. Nuevos nombres, nueva misión, nuevo contacto con Dios, algo muy hermoso para nosotros en este día.
Pero Abrahán poca fe tiene, en lo que va a pasar con él. Le causa risa la situación. Aunque ya tiene un hijo, Ismael, Dios le promete que ahora va a tener un hijo de su esposa. al cual llamará Isaac. Él como que no creía mucho por su avanzada edad, por los problemas que ha presentado su esposa de infertilidad y empieza toda esta historia que no es más que asombrosa para mí. ¿Cómo va a ser este hombre el padre en la fe si lo duda tanto? Pero Dios tiene ese gran sentido del humor y puede transformar tu dolor, tu pena, tu frustración, en el momento de bendición. No solo para ti sino para muchos y lo estamos viendo hoy tanto en Abrahán como en Job. Pero lo más lindo que me encanta de Abrahán es que más adelante, cuando tiene a su segundo hijo, no sólo se preocupa por el hijo de la promesa sino dice: “Señor, ¿Qué vamos a hacer? ¿Yahvé, qué vamos a hacer con mi otro hijo, con Ismael?”. Y el Señor toma cartas en el asunto y dice: “Mira tú no te preocupes. Vamos a cuidar de él, también. Él tendrá un pueblo y tendrá generaciones, y lo cuidarán, pero Isaac es el hijo de la promesa y en él me voy a fijar un poco más. Pero no es que esté abandonando al otro, no estoy abandonando Ismael. Para ambos hay bendición, para ambos hay multiplicidad, para ambos hay territorio, para ambos hay gente”. Qué bonito ver el corazón de Dios que, complace a Agar y que complace a Sara, que hoy ya cambia el nombre y se empieza a llamar Sara.
Por otro lado, Job todavía no recibe ese empujón, esa ayuda. Esa ayuda que tanto necesita. Y está esperando que haya justicia, que esa justicia divina llegue. Que llegue lo que llamamos nosotros justicia y derecho divino. Así que, ¿Cuántos nosotros estamos esperando también en las promesas de Dios? O mejor aún, ¿Cuántos de nosotros estamos recibiendo las bendiciones de Dios y estamos cegados como Abrahán? Y nos negamos. Y Dios queriendo firmar ese pacto de alianza, de fidelidad, de compromiso, de amor contigo en tu vida.
No te cierres, no te cierres, no te cierres. Por eso siempre empiezo estas reflexiones diciendo que el Señor abra nuestra mente y nuestro corazón. Tenemos que tener una apertura al trabajo de Dios en nuestras vidas, tenemos que dejar que Él actúe porque, al fin y al cabo, Él es el que está en control. Nosotros, a veces, pensamos controlar las cosas, pero no es así. ¿Quién podía controlar lo que estaba pasando con Job? Sólo Dios. ¿Quién podía controlar lo que estaba pasando con el vientre de Saray? Nadie, solo Dios. ¿Quién podía controlar lo que pasaba con Agar, que se quería ir? Solo Dios. Por eso le mandó un ángel que le dijo: “No, tú devuélvete. Ve a donde tienes que estar y haz lo que tienes que hacer y con eso ya se empezará a dar tu bendición”. Tú hoy, ¿a dónde tienes que volver? Tal vez a tu hogar a pedir disculpas, tal vez a tus hijos que se están perdiendo, tal vez a tu matrimonio que se está perdiendo, tal vez a tus padres. ¿A dónde tienes que volver hoy? Por favor, toma un momento, piénsalo. Analiza tu vida y busca estas palabras que hemos reflexionado el día de hoy para que el Señor abra tu mente, para que el Señor abra tu corazón.
Por eso, hoy quiero decirte que, este programa de hacer el recorrido por nuestra historia de salvación y ubicarnos en él, es una bendición para tu vida. Es la gran aventura a la cual nos están invitando, a que nos unamos como una humanidad que está sedienta de Dios, necesitada de Dios, que tiene muchos problemas, que está agobiada pero que también sabe celebrar. Tú y yo, nosotros los hispanos, somos gente que celebra. Así que hoy escuchamos la Palabra de Dios, permitamos que permee en nuestros corazones e invitamos a otros a que se suscriban a este podcast a través de Apple Podcast o Spotify, o Google Podcast o YouTube, o por donde sea. O tal vez, tú mándale la invitación y dile: “Mira, suscríbete”.
RECAPITULANDO
No hay problema por el cual estemos pasando en nuestras vidas que sea más grande que Dios. Él está allí para ayudarnos.
Seamos instrumentos de esperanza para aquellos que están perdiendo la esperanza por problemas, por situaciones difíciles, como el caso de Job..
Abramos nuestras mentes y nuestros corazones. Tengamos una actitud de apertura al trabajo de Dios en nuestras vidas y dejemos que Él actúe porque Él es quien está en control.
Confiemos en Dios y demos el paso de fe que nos pide.
ORACIÓN FINAL
"No dejes de orar por mí, para que yo pueda ser fiel en este ministerio que se me ha confiado. Para que pueda vivir con fe, cada una de estas palabras que les leo a ustedes a diario. Para que yo pueda enseñar la verdad, para que pueda, también, cumplir lo que enseño y, sobre todo, hoy quiero pedir que la bendición de Dios Todopoderoso, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, desciendan sobre ti y te acompañen siempre. No te olvides de alabar, de bendecir, de predicar hoy con la palabra de Dios. Y nos vemos mañana para seguir compartiendo este mensaje ¡Que Dios te bendiga!" (Fray Sergio)
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Gn 17,1-2
2571 Habiendo creído en Dios (cf Gn 15, 6), marchando en su presencia y en alianza con él (cf Gn 17, 2), el patriarca está dispuesto a acoger en su tienda al Huésped misterioso: es la admirable hospitalidad de Mambré, preludio a la anunciación del verdadero Hijo de la promesa (cf Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38). Desde entonces, habiéndole confiado Dios su plan, el corazón de Abraham está en consonancia con la compasión de su Señor hacia los hombres y se atreve a interceder por ellos con una audaz confianza (cf Gn 18, 16-33).
Gn 17,4-8
1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). “Esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones” (Rm 4, 18).
Gn 17,5
59 Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abram llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones" (Gn 17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8).